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Fortalecimiento de la resiliencia: una pequeña isla comienza a reconstruirse después de Iota

jueves, febrero 11, 2021
En noviembre pasado, al culminar una temporada de huracanes más activa de lo habitual en el Atlántico, dos potentes tormentas llevaron muerte y desolación a varios países, la mayoría de ellos en América Central. En el transcurso de los próximos meses, este boletín se dedicará a analizar lo que está sucediendo en algunas zonas afectadas por Eta e Iota. La primera parada en este viaje es la pequeña isla caribeña de Providencia, que forma parte del archipiélago colombiano de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Los vientos huracanados de Iota, primer huracán Categoría 5 en azotar a Colombia, comenzaron a sacudir a la isla el 15 de noviembre por la noche, arrasando estructuras, arrancando techos y derribando postes eléctricos de concreto. Con el proceso de recuperación ya en marcha, el gobierno colombiano se propuso reconstruir mejor y encaminar a la isla hacia las emisiones cero.

 

Ubicada a unos 720 kilómetros al noroeste de Cartagena, Providencia es una isla volcánica con un relieve montañoso que cubre una superficie de 17 kilómetros cuadrados y cuenta con una población aproximada de 5.000 personas. La isla padeció tormentas tropicales en el pasado, pero ninguna de la proporción de Iota, según Luis Julián Zuluaga, Director de Electricidad del Ministerio de Minas y Energía (Minenergía).

La isla de San Andrés, que tiene una población mucho mayor y es la sede departamental, sufrió algunos daños a lo largo de la costa, pero Providencia se llevó la peor parte de la destrucción que Iota le propinó al archipiélago. “Toda la isla estuvo afectada por el impacto del huracán”, dijo Zuluaga en una reciente entrevista con la Alianza de Energía y Clima de las Américas (ECPA).

Si bien Iota le perdonó la vida a la mayoría de las personas en Providencia (se registraron dos muertes), la tormenta le asestó un duro golpe a la infraestructura de la isla. Una de las primeras medidas consistió en restablecer el suministro de energía eléctrica ya que este sería la “columna vertebral” del proceso de recuperación, según Zuluaga, quien llegó al lugar al día siguiente del huracán.

El sistema eléctrico de la isla colapsó por completo. La planta generadora, que consta de cuatro generadores diésel con una capacidad total de 4 megavatios (MW) perdió su techo y sufrió graves daños. El cableado de la red de media tensión que distribuye electricidad en toda la isla quedó destruido. Muchos de los postes de hormigón se cayeron o se partieron en dos y los cables eléctricos quedaron tirados en el suelo. Las conexiones de baja tensión de hogares y negocios también se cayeron, al igual que muchas de las estructuras mismas.

Se necesitaba electricidad con grado de urgencia en los lugares de prestación de servicios esenciales, tales como un hospital de campaña y el aeropuerto local, donde los recursos del gobierno y la asistencia internacional estaban empezando a confluir. Hasta el acueducto necesitaba electricidad para funcionar, y las tiendas de comestibles de la zona comercial tenían que poder vender alimentos.

Un buque de la marina zarpó rumbo a Cartagena con los insumos, los equipos y el personal necesario para restablecer el suministro de energía eléctrica. Las empresas de servicios públicos de Cali y Medellín prestaron su colaboración. En pocos días, la red principal de 13,2 kilovoltios (kV) volvió a entrar en funcionamiento.

Mientras tanto, Minenergía había distribuido combustible y generadores portátiles a diésel en puntos claves de la isla. También entregó más de 1.600 kits solares donados, lo que permitió que por lo menos la gente pudiera recargar teléfonos celulares y tener iluminación básica, dijo Zuluaga.

A principios de febrero, también se había restaurado el 97 por ciento del cableado de la red de baja tensión. Zuluaga dijo que alrededor de 1.200 viviendas ya tienen electricidad, aunque muchas otras todavía no están en condiciones de que se les restablezca el servicio. Mucha gente sigue viviendo en estructuras precarias o tiendas de campaña.

“La vida no ha regresado a lo normal”, dijo Zuluaga. Entre otras cosas, el gobierno local y la policía están operando desde instalaciones provisionales y la isla todavía depende de un hospital de campaña mientras se repara y reacondiciona el hospital que padece de serios deterioros. Se prevé la construcción de uno nuevo el año que viene.

El 1° de enero, el reloj comenzó a correr para un ambicioso esfuerzo de reconstrucción denominado “Plan 100”, en virtud del cual el gobierno se comprometió a restaurar gran parte de la infraestructura de la isla, así como a comenzar a reactivar su economía dependiente del turismo en los 100 primeros días del año.

Entre los proyectos de construcción en curso, el Ministerio de Vivienda de Colombia prevé erigir más de 1.100 nuevas viviendas en la isla a fin de reemplazar aquellas que fueron destruidas o que sufrieron graves daños estructurales. Recientemente anunció que se había dado inicio a las tareas de demolición y erradicación de las estructuras antiguas y que, de las viviendas planificadas, 290 estarían en construcción para abril. Según los comunicados de prensa del Ministerio de Vivienda, los prototipos de las casas incluyen características tales como paneles solares en los tejados y una zona protegida de concreto dentro de cada una donde las familias podrán protegerse de las tormentas.

 

La transición energética

 

Hasta ahora, gran parte del esfuerzo de reconstrucción se concentró simplemente en restablecer los servicios lo antes posible, pero el gobierno también está analizando qué cambios necesita realizar a largo plazo a fin de lograr que las islas sean más resilientes y sostenibles. Por ejemplo, dijo Zuluaga, una opción podría consistir en soterrar parte del cableado eléctrico para una mayor protección ante los huracanes.

“Creo que el cambio climático nos está diciendo que cada vez van a ser más recurrentes estos fenómenos con estas condiciones”, dijo.

Iota también podría acelerar los planes de impulso de la transición hacia las energías renovables en San Andrés y Providencia, que han dependido de motores de combustión interna para “casi el 99%” de sus necesidades energéticas, según Zuluaga. Mucho antes de la llegada de Iota, dijo, el gobierno había analizado la posibilidad de desarrollar proyectos eólicos y solares en estas islas. Ahora, un grupo de trabajo se encuentra en la fase inicial de diseño de un proyecto piloto en microrred para Providencia.

“Es como tener un lienzo en blanco donde podemos nosotros tratar de desarrollar un muy buen piloto de microgrid que nos permita integrar de una manera óptima todos estos recursos de la transformación energética”, dijo.

La construcción prevista de un parque solar de 1,5 MW en Providencia, con el apoyo de la petrolera estatal Ecopetrol, será un gran paso en esta dirección, dijo Zuluaga, y agregó que también se está deliberando acerca de otras iniciativas que amplíen el uso de la energía solar fotovoltaica.

Durante una visita a Providencia a mediados de enero, el Presidente de Colombia Iván Duque asistió a la inauguración oficial de un gran vivero destinado a ayudar a restaurar parte de la vegetación perdida a causa de la tormenta. Destacó la importancia de reconstruir de manera ambientalmente responsable y planteó el desafío de “hacer de Providencia el primer municipio cero emisiones en Colombia”. Entre otras medidas, realizó un llamado a la reforestación, la protección de los manglares y la sustitución de automóviles por alternativas más limpias.

“Debido al reducido número de vehículos que tiene Providencia, es perfectamente viable en un lapso de 24 o 36 meses estimular esa sustitución y que tengamos un parque automotor dominado por el vehículo eléctrico y por otros mecanismos de transporte más amigables con el medio ambiente como es la bicicleta”.

 


 

Credito/ Fuente  de las imágenes:
(1)  Gobierno de San Andrés