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Evitando la bancarrota del agua

lunes, septiembre 26, 2022
Para mantener un balance saludable en el banco no sólo es importante recibir suficientes depósitos sino limitar la cantidad de dinero que sale. Una simple pero útil analogía a la hora de pensar el agua, según el experto en agua Brian Richter, especialmente en tiempos de escaso suministro. 

 

Así como con el dinero, la fluidez en los tiempos es crítica según Richter, quien enseña sobre la escasez del agua en la Universidad de Virginia y lidera una organización educativa llamada Sustainable Waters (aguas sostenibles).  El ritmo al que el agua se encuentra disponible debe mantenerse por delante del ritmo al que se la utiliza.

«Si este último llega a ser demasiado rápido y supera la velocidad a la que el agua está disponible, entonces estás en problemas», dijo Richter en una entrevista.

Brian Richter, director de la organización educativa Sustainable Waters, viaja por el río Green, principal afluente del Colorado, con su compañera Luna Azul.

En estos términos, muchas ciudades alrededor del mundo están potencialmente en problemas. Latinoamérica contiene un tercio del agua dulce a nivel mundial, pero de acuerdo a un informe del 2019 hecho por la importante organización medioambiental The Nature Conservancy, eso no la hace inmune a la escasez del recurso.

«Nuestra investigación demuestra que 16 de las 20 ciudades más grandes de Latinoamérica enfrentan ahora escasez de agua; y que las tres más grandes, San Pablo, Lima y Ciudad de México, están en peligro de quedarse completamente sin agua», dice el informe llamado Nuestro camino hacia adelante y agrega: «Ofrecer agua dulce y confiable es el mayor desafío que enfrentan nuestras ciudades al crecer».

En el oeste estadounidense la sequía de más de dos décadas está ejerciendo una presión sin precedentes en la cadena de suministro de agua. Las ciudades que dependen del sistema del río Colorado se acercan al “precipicio”, según Richter. «Es posible que en los próximos dos años tengamos problemas para proveer de agua a varias ciudades muy grandes».

Las dos reservas más grandes del río Colorado y de los Estados Unidos, el lago Mead en Nevada y el lago Powell en Arizona, sólo tienen un cuarto de su agua y se encuentran en riesgo de alcanzar eventualmente lo que se llama un estado de “piscina muerta”, según Richter. Esto ocurre cuando el nivel del agua es tan bajo que ya no puede fluir hacia fuera de la represa, y las consecuencias serían bastante severas para las ciudades de Los Ángeles, San Diego y Phoenix.

La presa de Cantareira, que forma parte del sistema de suministro de agua de São Paulo, Brasil, alcanzó niveles peligrosamente bajos hace alguna años.

Los efectos de un planeta más caliente están volviéndose cada año más evidentes, dijo Richter. Tomemos por ejemplo el deshielo. Las áreas montañosas cuentan con que las capas de nieve acumuladas en el invierno se derritan gradualmente en la primavera, llenando ríos y arroyos y filtrándose en los acuíferos. Ahora mucha de esa nieve nunca llega al sistema de aguas debido a su evaporación.

Richter también menciona otro problema: el aumento de las temperaturas durante las temporadas de verano y otoño están causando una mayor evaporación de la humedad de los suelos, lo que significa  que las primeras precipitaciones fluirán a recomponer un suelo “desecado”

«Es como si hubiera un déficit en el suelo que tiene que saldarse antes de que el agua pueda efectivamente fluir hacia la superficie y llegar a los ríos y arroyos», completó.

 

El efecto dominó

 

La escasez de agua genera un efecto dominó, según Richter, quien dirigió el Programa Global de Agua Dulce en The Nature Conservancy durante muchos años y es el autor del libro En Busca del Agua. Una guía para pasar de la escasez a la sostenibilidad.

Cuando un río empieza a secarse, la primera víctima es el medio ambiente natural, su ecosistema de peces, tortugas, plantas y otros seres vivos. Luego llega el impacto sobre el uso que las personas hacemos del río, tanto para recreación como para la generación de electricidad.

Por supuesto, la escasez de agua puede causar un grave impacto en la agricultura, siendo la mayor fuente de consumo de agua por lejos. En la cuenca del río Colorado, solo el riego de cultivos de alimento para ganado (como la alfalfa y el heno) representa un abrumador 55% de toda el agua utilizada, según un estudio dirigido por Richter que se publicó en 2020 en Nature Sustainability.

La agricultura es por lejos la mayor fuente de consumo de agua. Sólo el riego de los cultivos para la alimentación del ganado representa más de la mitad del agua utilizada en la cuenca del río Colorado. Foto: Steve Harvey

Eventualmente las ciudades son la última pieza del dominó en caer. Como suelen tener mayor riqueza e influencia política que las áreas rurales, las ciudades tienen a menudo a su disposición las herramientas necesarias para asegurarse el sustento de agua, dijo Richter. Pero sin importar cuán grande sea el suministro de la ciudad en cuestión, debe anticiparse a las necesidades locales para evitar la escasez.

A medida  que el cambio climático exacerba la escasez de agua, agrega, las ciudades necesitan trabajar en ambas caras de la moneda: oferta y demanda.

«Históricamente las ciudades han tendido a hacer mayores inversiones para incrementar la oferta, la cantidad de agua disponible en su poder. Esto incluye la creación de grandes embalses para su almacenamiento en tiempos difíciles; perforar pozos más profundos con acceso a aguas más subterráneas; construir ductos cada vez más largos para alcanzar nuevas fuentes de agua o recurrir a la desalinización para el uso de agua proveniente del océano. El problema es que algunas de estas alternativas demoran mucho tiempo y son muy caras», dice Richter y afirma: «Las ciudades tienen que descubrir cómo trabajar en la otra cara de la moneda, la demanda».

Es importante que las ciudades sigan regando sus árboles para evitar que las temperaturas suban demasiado. Ahora mantener el césped verde es menos importante en muchos lugares.

Esto ya está ocurriendo en algunos lugares. En los Estados Unidos, casi la mitad del agua utilizada en las ciudades se destina a usos al aire libre, como el riego de parques, canteros, césped, campos de golf; de modo que los esfuerzos de conservación a menudo se centran en ese aspecto. Los árboles son otro asunto, dijo Richter; es importante seguir regándolos para reducir el «efecto isla de calor».

El año pasado, en un esfuerzo por reducir el consumo de agua en el área metropolitana de Las Vegas, Nevada aprobó una ley que prohibía ciertos tipos césped “no funcional” cuyo objetivo fuera puramente estético. Las autoridades hídricas fueron citadas en la prensa diciendo que las nuevas medidas ahorrarían un 10% del suministro de agua de la región del río Colorado.

Según John Entsminger, gerente general de la Autoridad del Agua del Sur de Nevada, «El reemplazo del césped no funcional del sur de Nevada permitirá un uso más sostenible y eficiente de los recursos, generará resiliencia al cambio climático y ayudará a garantizar que se sigan satisfaciendo las necesidades de agua actuales y futuras de la comunidad.»

Los accesorios y electrodomésticos del hogar (inodoros, duchas, lavarropas, lavavajillas) son otra gran fuente de uso de agua en las ciudades. En las últimas dos o tres décadas, la conversión a electrodomésticos eficientes ha ayudado a reducir considerablemente el uso de agua urbana, dijo Richter.

De hecho, un estudio de investigación en el que ha estado trabajando recientemente y que se encuentra en estos momentos en etapa de revisión final, brinda cierta esperanza en relación a la conservación. El estudio analizó 28 de las ciudades más grandes dependientes del río Colorado para su suministro de agua y descubrió que desde el año 2000, las ciudades crecieron en un promedio un 24% y, aun así, lograron reducir su consumo de agua en un 18%. Están usando ahora un tercio menos de agua per cápita.

«Lo sorprendente es que crecieron como locos y no necesitaron más agua para abastecer a esa población en aumento», dijo Richter. «De hecho, están usando menos agua que hace 20 años, cuando la población era un 20% menor».

 

Del campo a la ciudad

 

¿Cómo poner más agua a disposición de las ciudades? Compensando a los agricultores para que reduzcan su uso.

Según el experto Brian Richter, esto ya ocurre en algunos lugares. Por ejemplo, el área metropolitana de San Diego, en California, recibe desde hace tiempo parte de su suministro del Imperial Irrigation District, el mayor consumidor de agua de la cuenca del río Colorado. A los agricultores del Valle Imperial se les paga por conservar el agua, que luego es transferida a la ciudad.

«Se ha convertido en una parte muy importante del abastecimiento de agua de San Diego. Este tipo de acuerdos son cada vez más comunes en las zonas afectadas por la sequía y es probable que se incrementen en un futuro próximo”, dijo Richter.

Esto se debe a que la Ley de Reducción de la Inflación, aprobada en agosto, destinará 4.000 millones de dólares en los próximos cuatro años a los esfuerzos de mitigación de la sequía, dando prioridad a la cuenca del río Colorado. La ley establece que uno de los usos permitidos para los fondos es la «compensación por la reducción voluntaria temporal o plurianual del desvío o del consumo de agua».

Richter comentó que la escasez de agua impulsa la investigación y el debate sobre cómo reducir su uso en las explotaciones agrícolas, y añadió que hay tres estrategias que despiertan especial interés. Una es compensar a los agricultores para que no utilicen parte de sus tierras, es decir, que no planten ni rieguen durante un tiempo determinado, dejando el agua disponible para otros fines. Otra es animar a los agricultores a cambiar a cultivos que precisen menos consumo.

La tercera estrategia consiste en promover técnicas de riego más eficaces, como el riego por goteo. Aunque esto puede ahorrar mucha agua, dijo Richter, no suele ser eficaz a menos que se gestione de manera integral; de lo contrario, el agua conservada por una granja puede ser tomada por la granja de al lado, aprovechándose del ahorro para plantar más cultivos.

 


Imagen de portada: La sequía extrema en el oeste norteamericano está ejerciendo una presión sin precedentes sobre el suministro de agua de los estados que dependen del Río Colorado. Aquí se lo ve fluyendo a través del Cañon Marble, cerca de la presa del Cañon Glen y el lago Powell.