La mayor parte de la electricidad que en la actualidad produce el Ecuador (del 90 al 95 por ciento, dependiendo de la época del año) proviene de la energía hidroeléctrica. Si bien el Ecuador solía importar electricidad, ahora genera más de lo que necesita y vende el excedente energético a sus vecinos.
Las ventas a Colombia han aumentado en los últimos meses, representando entre un 10 y un 12 por ciento de la producción diaria del Ecuador. Las exportaciones de electricidad al Perú también han aumentado, pero las líneas eléctricas que conectan a ambos países limitan los volúmenes.
Esto está a punto de cambiar, según Gonzalo Uquillas Vallejo, un veterano de la industria eléctrica ecuatoriana que hoy dirige la Corporación Eléctrica del Ecuador – Empresa Pública (CELEC EP), que genera la mayor parte de la energía eléctrica del país y posee y opera el sistema de transmisión nacional.
Se está trabajando en una línea de transmisión de alto voltaje desde la ciudad portuaria ecuatoriana de Guayaquil hasta la frontera peruana. Se espera celebrar el contrato para el diseño final del proyecto este año. La conexión de 500 kilovoltios (kV) entrará en operaciones a principios de 2024, afirmó Uquillas en una reciente entrevista telefónica.
La transmisión de alto voltaje permite que la electricidad recorra largas distancias de manera eficiente minimizando la pérdida de energía. Para una línea de transmisión de esta longitud, unos 580 kilómetros si se cuentan ambos lados de la frontera, se requiere un alto voltaje para una interconexión técnicamente sólida, afirmó Uquillas.
Del lado ecuatoriano, la nueva línea de transmisión consistirá en un proyecto de infraestructura pública con un valor estimado en torno a los US$260 millones que cofinanciarán el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), según Uquillas.
Del lado peruano, la nueva línea de transmisión se construirá con inversión privada. Cobra Instalaciones y Servicios S.A. —subsidiaria de la empresa española ACS— se adjudicó la concesión para construir y operar los primeros 87 kilómetros de la línea de 500 kV que en última instancia se extenderá hasta la frontera con el Ecuador.
En el caso del Ecuador y Colombia, los sistemas eléctricos de ambos países han estado totalmente «sincronizados» desde 2003, lo cual significa que la energía puede fluir de un lado a otro a través de las cuatro líneas de transmisión de 230 kV que cruzan la frontera. «Funcionan básicamente como un solo sistema eléctrico», explicó Uquillas.
Durante más de una década después de que los sistemas se interconectaran, el Ecuador importó mucha más electricidad desde Colombia que a la inversa, según cifras oficiales. Pero desde 2016, debido en parte a la adición de varias plantas hidroeléctricas nuevas, el Ecuador se convirtió en un exportador neto de electricidad a su vecino del norte.
Este año, debido a algunos ajustes técnicos y reglamentarios realizados en ambos países, el Ecuador aumentó su capacidad de exportación de energía eléctrica a Colombia de 300 megavatios (MW) a 460, afirmó Uquillas. El reciente aumento de los ingresos por exportaciones ha ayudado a compensar la caída del flujo de efectivo de la empresa ecuatoriana durante la pandemia del Covid-19, agregó.
Por ahora, estas compraventas de electricidad se llevan a cabo en el mercado spot y no mediante un contrato a largo plazo, por lo que los volúmenes fluctúan día a día, e incluso minuto a minuto, dependiendo de la oferta y la demanda. Si los niveles de las represas son bajos en alguna región en particular y el precio de mercado de la electricidad es el correcto, se podría adoptar la decisión de importar energía en lugar de aprovechar las reservas locales.
“Siempre estamos en búsquedas de una integración regional más permanente, más sólida”, dijo Uquillas. Para la región andina, esa ha sido una aspiración a largo plazo. Uquillas espera que algún día se haga realidad, con la infraestructura regulatoria, financiera y técnica para que un mercado de energía eléctrica unificado y eficiente pueda operar desde Colombia hasta Chile.
Entre otras ventajas, una mayor integración regional fortalecería la resiliencia energética, dijo Uquillas. Si sus redes estuvieran interconectadas, cuando ocurrieran desastres naturales, o cuando condiciones como El Niño o La Niña cambiaran los patrones pluviales, los países podrían complementar entre sí sus recursos energéticos.
El Ecuador también está trabajando para lograr que su propia red eléctrica sea más resiliente, dijo Uquillas, quien ha ocupado numerosos cargos de alto nivel en la industria energética del país en los últimos 40 años. Recientemente, se desempeñó como Viceministro de Electricidad y Energía Renovable del Ecuador, antes de ser nombrado en abril para un segundo mandato al frente de CELEC. También trabajó durante muchos años en CENACE, el operador independiente del sistema del Ecuador que coordina y monitorea la operación de la red eléctrica.
El país aun cuenta con una gran cantidad de reservas hidroeléctricas sin explotar, las cuales planea seguir desarrollando, pero también está buscando diversificar su red, dijo Uquillas. «Todo el sistema eléctrico no puede depender de un solo recurso», agregó, y señaló que una reducción de las precipitaciones puede suponer un gran riesgo.
Para garantizar una mejor combinación de recursos, el Ecuador se propone construir una central a gas de ciclo combinado de 1.000 MW cerca de Guayaquil. También se están planificando proyectos eólicos y solares de menor escala. «Ecuador, por estar situado en la mitad del mundo, los niveles de radiación son estupendos, entonces hay un potencial enorme «, dijo Uquillas.
Otro proyecto en la etapa de planificación es la extensión de las líneas de transmisión en la parte noreste del territorio, para conectar la industria petrolera del país a la red nacional y permitirle funcionar con energía hidroeléctrica. Actualmente, las operaciones de los campos petroleros son impulsadas por una planta de generación térmica que quema combustóleo pesado.
Una cosa que ha quedado clara, dijo Uquillas, es que el gobierno no puede llevar a cabo su ambiciosa agenda para la industria energética por sí solo. En un momento en que las arcas públicas están sufriendo debido a la caída de los precios del petróleo, el Ecuador debe confiar más en las inversiones del sector privado para hacer realidad los nuevos proyectos.
“Quizás la gran lección de esta crisis financiera es la necesidad imprescindible, impostergable, de generar la cooperación y colaboración entre la iniciativa pública y privada”, afirmó.