Esto sucede en un estado cuya producción total de energía supera la suma del segundo y tercer productor (Pensilvania y Wyoming), según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos. Texas es el líder a nivel nacional no solo en producción de petróleo y gas, sino también en generación de electricidad. También es el mayor productor de energía eólica del país.
Según el Electric Reliability Council of Texas (ERCOT), el operador de la red que administra el fluido eléctrico para más de 26 millones de personas en todo el estado (90 por ciento de la carga eléctrica), el gas natural representó casi la mitad de la electricidad producida en 2020. La eólica fue la segunda fuente de generación más utilizada, seguida por el carbón y la energía nuclear. La generación solar quedó lejos en quinto lugar.
Debido a que las temperaturas extremas pueden transformarse en una causal de “sequía eólica”, en la planificación energética se asume que no se dispondrá de grandes cantidades de energía eólica cuando se presentan este tipo de eventos, dijo Joshua Rhodes, investigador asociado del Webber Energy Group de la Universidad de Texas en Austin. En sus propias palabras, “no confío en mis sandalias para mantener mis pies calientes en el invierno. Por eso tengo botas «.
Aún siendo así, Rhodes dijo que incluso comparándola con las expectativas más modestas, la energía eólica no alcanzó el nivel de desempeño que debería haber tenido, en parte porque algunos aerogeneradores se congelaron. Texas generalmente se preocupa más por el calor del verano que por el frío del invierno, dijo, por lo que los aerogeneradores suelen estar equipados con sistemas de refrigeración por si fuera necesario enfriar los multiplicadores y los generadores, pero no para mantenerlos calientes.
Evidentemente, las regiones con temperaturas mucho más bajas que las de Texas cuentan con aerogeneradores que funcionan bien en condiciones de frío. Lo mismo ocurre con las plantas nucleares, de gas natural y de carbón, según Rhodes. Dijo que ello se debe a que en esas zonas las unidades están equipadas para el frío extremo, mientras que en Texas no lo están.
Algunas de las lecciones de la crisis energética del mes pasado en Texas pueden llegar mucho más allá del estado de la estrella solitaria. Lo primero y principal es que todos deben mejorar considerablemente su capacidad de planificación y acción frente a este tipo de emergencias que “definitivamente” seguirán sucediendo, dijo Emily Grubert, profesora de la Escuela de Ingeniería Civil y Ambiental de Georgia Tech.
“El suministro se redujo simultáneamente con el mayor incremento de la demanda del sistema de gas natural que hemos visto, por lo que se generaron problemas en cascada en ambas infraestructuras”, dijo Rhodes.
Los problemas del gas natural incluso se extendieron hasta México, que depende en gran medida del gas importado de Texas para generar electricidad. Muchas plantas en el norte de México se quedaron sin combustible por los recortes al suministro del gas, y millones de clientes en todo el país experimentaron apagones programados.
Mientras tanto, en Texas el operador de la red estaba trabajando para evitar una catástrofe. En un sistema de energía eléctrica, la oferta y la demanda deben conservar un estrecho equilibrio para mantener la frecuencia correcta. En este caso, como la oferta no llegaba a igualar a la demanda, ERCOT empezó a impartir órdenes a las empresas de suministro eléctrico del sistema para que se deshicieran de la carga, en otras palabras, que les cortaran la luz a grupos de clientes.
El plan era rotar estos cortes, dijo Rhodes. Sin embargo, el suministro era tan bajo que cuando se aseguraron los circuitos básicos (zonas en las que se hallaban hospitales, comisarías, estaciones de bomberos y demás servicios esenciales) no quedaba más electricidad para distribuir. Eso dejó a más de 4 millones de clientes, unos 12 millones de personas según Rhodes, sin electricidad por períodos de hasta cuatro días en plena ola de frío.
“Espero que en el futuro todas las fuentes de energía sean mejores en esto, porque no podemos permitir que algo así vuelva a suceder”, dijo.
Por muy mala que haya sido, la situación podría haber sido aún peor. El presidente de ERCOT, Bill Magness, les dijo a los periodistas que en un momento determinado, la red estuvo a “segundos y minutos” del colapso total y que si eso hubiera sucedido, podría haber tomado semanas o incluso meses restaurar la electricidad para todos. (A principios de marzo, la junta directiva de ERCOT votó por la destitución de Magness).
Quizá Texas se haya salvado del peor de los escenarios, pero no pudo salvarse de las penurias. Según los informes de prensa, la tormenta y los apagones provocaron unas 50 muertes, e innumerables personas padecieron privaciones. Algunos quemaron muebles de madera para mantenerse caliente. En algunas ciudades, el suministro de agua corriente se vio interrumpido. Las familias sin calefacción vieron cómo sus cañerías de agua se congelaron y estallaron causando graves daños.
“Para muchas personas, los techos se desplomaron literalmente. Las casas quedaron destruidas”, dijo el alcalde de Houston Sylvester Turner en National Public Radio. “Mucha gente no tiene seguro. No tiene los medios económicos «.
Texas no es ajeno al clima helado. De hecho, un frente frío ártico que azotó el estado a principios de febrero de 2011, hace casi exactamente una década, trajo aparejados problemas similares, aunque el evento fue menos severo.
Las temperaturas del mes pasado no solo fueron considerablemente más bajas que las de hace una década, sino que además fueron más prolongadas y afectaron a todo el estado. Al brindar testimonio ante un comité legislativo el 1o de marzo, el jefe de ERCOT dijo que la generación máxima que se tuvo que dejar de abastecer esta vez fue 3,5 veces más grande que la de 2011.
En un informe de 350 páginas sobre aquel caso se analizaron las causas y se propusieron una serie de recomendaciones, incluyendo medidas de acondicionamiento invernal. El informe redactado por la Comisión Federal Reguladora de la Energía y la Corporación Norteamericana de Confiabilidad Eléctrica señaló que, en ocasiones previas, en el suroeste del país se habían registrado temperaturas extremadamente bajas con diversos niveles de gravedad en seis oportunidades desde 1983.
No queda claro cuántas de las recomendaciones del informe terminaron siendo adoptadas en Texas. El mercado eléctrico del estado está mayormente desregulado, dijo Rhodes, por lo que habría sido responsabilidad de cada compañía determinar si la puesta en práctica de los cambios recomendados podría haber sido rentable o no.
«No existe un método de recuperación del capital integrado en nuestro sistema que les permita recuperar esos costos», dijo. En este caso, las empresas que invirtieron en acondicionamiento para el invierno y pudieron seguir produciendo electricidad durante la crisis pueden haber ganado mucho dinero, porque los precios de la energía se dispararon a niveles astronómicos. Sin embargo, no habrían sido sancionadas si no hubieran realizado las inversiones. «Son sólo zanahorias sin palos», dijo Rhodes.
Muchos sectores criticaron el ambiente desregulado del estado a raíz de los cortes de energía en Texas. «La desregulación fue algo parecido a abolir el límite de velocidad en una carretera interestatal», dijo Ed Hirs de la Universidad de Houston al New York Times. «Eso abre atajos que causan desastres».
Por otro lado, la desregulación ayudó a impulsar un vertiginoso desarrollo de la energía renovable en Texas, porque es mucho más fácil y rápido construir plantas eléctricas y conectarlas a la red que en muchos lugares, según Rhodes.
No está convencido de que a Texas le habría ido mucho mejor en esta situación particular con un sistema más regulado. ERCOT calculó cuánta capacidad la red iba a necesitar durante la tormenta y pensó que había muchas plantas de energía eléctrica disponibles para suministrarla. «No me han demostrado que una entidad regulada habría realizado un mejor pronóstico ante un evento como este», dijo.
“Es muy fácil decir que deberían haber anticipado eventos como estos”, continuó Rhodes. “Me pregunto si se habrían burlado de ellos si hubieran anticipado que todo iba a salir mal al mismo tiempo”.
Rhodes dijo que la tormenta puso en manifiesto la vulnerabilidad del grado de “acoplamiento” de los sectores de la electricidad y el gas natural en Texas. No solo la mitad de las centrales eléctricas del estado usan gas natural, sino que alrededor del 40 por ciento de los hogares y negocios dependen del gas para la calefacción. Diferentes comisiones estatales supervisan a ambos sectores y no hay ningún organismo de supervisión que los obligue a trabajar juntos.
Sin embargo, por razones relacionadas con la historia, la geografía, la tecnología y la política, Texas opera su propia red, como explicó Rhodes. Inicialmente, dijo, la red del estado evolucionó de manera algo natural, con conexiones entre las principales zonas pobladas y sin demasiada infraestructura en los lejanos sectores limítrofes, que tienden a ser de índole más bien rural. Cuando las leyes federales comenzaron a regular la red eléctrica, a Texas “le pareció que si la manteníamos dentro de nuestras fronteras no estaríamos sujetos a la jurisdicción federal”, dijo Rhodes.
Él considera que las conexiones a otras redes habrían ayudado a Texas a superar la última crisis “un poco más fácilmente”, aunque probablemente no habría escapado de ella por completo. Al fin y al cabo, algunos estados vecinos tuvieron sus propios problemas con los cortes durante la tormenta.
La extensión territorial y la diversidad geográfica de Texas son tan grandes que, en la mayoría de los casos, una parte del estado podría extraer recursos de otra para hacer frente a circunstancias inusuales, dijo Emily Grubert. Sin embargo, esta vez el estado entero estaba en apuros.
«Cuando la gente habla de conectividad, no se refiere tanto a si estás conectada a otros estados sino a si tienes acceso a suficiente variabilidad geográfica como para poder superar grandes eventos meteorológicos como este», dijo.
En Texas ya entró en marcha el largo proceso de discernir qué fue lo que sucedió, por qué y qué debe hacerse al respecto. Ya se han visto demandas, audiencias, quiebras y renuncias.
Un importante tema pendiente es qué hacer con las enormes cuentas impagas de electricidad. En su carácter de cámara de compensación financiera del sistema, ERCOT les cobra a los clientes minoristas de energía por la electricidad que utilizan y luego transfiere el pago a las empresas de generación que la producen. El problema es que los proveedores minoristas de electricidad les deben a los generadores cuantiosas sumas de dinero, y es probable que en el largo plazo serán los consumidores los que deberán pagarlas, dijo Rhodes.
Algunos consumidores se llevaron una desagradable sorpresa por el elevado monto de sus facturas. A los que optaron por contratos de energía eléctrica con tasa variable vinculada a los precios mayoristas de la electricidad se les cobraron miles de dólares por los pequeños volúmenes eléctricos que llegaron a consumir cuando los precios estaban en su punto más alto.
El hecho de que los legisladores de Texas decidan que debe hacerse algo para prepararse para este tipo de evento en el futuro dependerá en parte de la frecuencia con la que consideran que podría presentarse tal situación, dijo Rhodes. “Para esto, creo que presentar argumentos fundados en el cambio climático sería más difícil que basarse en lo que acabamos de ver”, dijo. “Se reducirá a ¿cree que volverá a suceder a corto o largo plazo? y ¿cuánto está dispuesto a pagar para solucionarlo?”
“Veremos más eventos extremos que caen fuera de los parámetros de diseño en todo el país y en todo el mundo”, dijo.
Grubert dijo que aunque la ciencia aún no ha podido confirmar si el vórtice polar que originó temperaturas bajo cero en Texas fue o no el resultado directo del cambio climático, no caben dudas de que un clima cambiante introducirá más imprevisibilidad y más riesgo en los sistemas energéticos.
“La forma en que gestionas ese riesgo y cómo diseñas tu sistema para que falle de manera segura es una parte importante del proceso de ingeniería”, dijo.
La inversión insuficiente en infraestructura energética es un problema crónico en todas partes, dijo Grubert. “Muchas veces diseñamos infraestructura para que dure 30 años y después la utilizamos por 100”, dijo. Si a esto se le agregan la falta de mantenimiento y los desafíos de un clima cambiante, “tienes una receta bastante seria para el desastre”.
Pero este es un momento interesante para el sector energético, con el cambio hacia diferentes tipos de combustibles y la oportunidad de repensar sistemas completos y descubrir mejores formas de operar, dijo. “Es muchísimo más sencillo diseñar en torno a la resiliencia y pensar en lo que realmente quieres que tu sistema pueda hacer desde un principio”, dijo. “Con el proceso de descarbonización, tenemos la oportunidad de diseñar una red que haga lo que necesitamos que haga”.
Sin embargo, más allá del sistema energético en sí mismo, a Grubert le gustaría ver más esfuerzos por prepararse para emergencias como la de Texas. Por ejemplo, si los edificios estuvieran mejor aislados, las personas estarían mejor preparadas para resistir temperaturas extremas, tanto frías como calurosas. Por otra parte, también es importante contar con suficientes refugios disponibles para eventos como este. El centro de atención no debe estar puesto únicamente en asuntos técnicos como la frecuencia de la red, dijo, sino en que la gente no esté padeciendo el frío.
“No se trata solamente de la red. En realidad, se trata de garantizar que todos tengan acceso a servicios seguros y confiables”.