El Secretario General de la ONU, António Guterres, se refirió a una «triple crisis planetaria» en marcha, representada por los trastornos climáticos, la contaminación y los residuos, y la pérdida de biodiversidad.
El aspecto de la biodiversidad en la triple crisis ha estado últimamente en el foco de atención, incluso en dos importantes conferencias de la ONU celebradas a finales del año pasado. Es mucho lo que está en juego: The New York Times describió la pérdida de biodiversidad como «una creciente crisis que pasa desapercibida y que, si no se controla, pone en peligro el suministro de alimentos y agua del planeta, así como la existencia de innumerables especies en todo el mundo».
Aproximadamente el 25% de las especies del mundo están amenazadas de extinción, según un informe de 2019 publicado por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
«La biodiversidad -la diversidad dentro de las especies, entre las especies y de los ecosistemas- está disminuyendo a mayor velocidad que en ningún otro momento de la historia de la humanidad», señala el informe.
Cuando hablamos del estado de las poblaciones mundiales de vertebrados salvajes, las cifras son especialmente graves. Según el Informe Planeta Vivo 2022, publicado por la organización WWF-Fondo Mundial para la Naturaleza-, la abundancia de mamíferos, peces, reptiles, aves y anfibios monitoreados en todo el mundo disminuyó un promedio del 69% entre 1970 y 2018. América Latina registró el mayor descenso regional, con un 94%.
En el discurso de apertura de la 15ª Conferencia de las Partes en el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica -también llamada Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad-, Guterres advirtió que el mundo no solo está fuera de armonía con la naturaleza, sino que «toca una canción completamente diferente».
«Sin la naturaleza, no somos nada», afirmó. «La naturaleza es nuestro sistema de soporte vital».
La reunión, presidida por China y organizada por Canadá, se celebró del 7 al 19 de diciembre en Montreal. Representantes de 188 naciones adoptaron el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, que establece cuatro objetivos y 23 metas a alcanzar para 2030. (El texto está disponible aquí en las lenguas oficiales de la ONU).
Mientras tanto, en las semanas previas a la reunión de Montreal, representantes de más de 160 gobiernos se reunieron en Ciudad de Panamá (Panamá) para celebrar la Conferencia Mundial sobre la Vida Silvestre, más formalmente denominada 19ª Conferencia de las Partes en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
En la reunión, que tuvo lugar del 14 al 27 de noviembre, los países adoptaron propuestas para regular el comercio internacional de más de 500 nuevas especies. Entre ellas figuran casi 100 especies de tiburones y rayas; más de 150 especies de árboles; 160 especies de anfibios, incluidas ranas tropicales; 50 especies de tortugas y galápagos; y varias especies de pájaros cantores, de acuerdo a un comunicado de prensa que anunciaba los resultados.
En el marco de la CITES, los países tienen la «responsabilidad de hacer frente a la crisis de pérdida de biodiversidad tomando medidas para garantizar que el comercio internacional de especies silvestres sea sostenible, legal y trazable», señaló en el mismo comunicado la Secretaria General de la CITES, Ivonne Higuero.
«El comercio sustenta el bienestar humano», dijo, «pero necesitamos reparar nuestra relación con la naturaleza».
Han pasado casi 50 años desde la firma de CITES. Este hito se celebrará el 3 de marzo, Día Mundial de la Vida Silvestre, en Washington, D.C., la ciudad donde se firmó el convenio en esa fecha de 1973. El tratado, que entró en vigencia en 1975, cuenta ahora con 184 partes y enumera casi 40.000 especies sujetas a regulación, la mayoría de las cuales son orquídeas.
Las plantas y animales silvestres se exportan e importan por todo tipo de razones, desde el comercio de animales de compañía hasta la industria de la moda. Algunas especies se valoran como alimento, otras por sus propiedades ornamentales o medicinales.
Regular el comercio es esencial para garantizar la supervivencia de las especies en estado salvaje, afirmó Higuero en una entrevista reciente con la Alianza de Energía y Clima de las Américas (ECPA). Si bien muchos países dependen de estos recursos naturales para generar empleo, dijo, es importante garantizar que esos empleos puedan ser sostenibles.
Si se eliminan varias poblaciones de especies, no puedes tener un comercio sostenible, no puedes mantener esto para las generaciones futuras», dijo, hablando desde la sede de la Secretaría de CITES en Ginebra, Suiza.
CITES establece controles sobre el comercio internacional de animales y plantas (así como sus partes y derivados) incluidos en tres categorías. La categoría más grande, incluida en su Apéndice II, abarca especies que no necesariamente están amenazadas de extinción pero que deben regularse para evitar la sobreexplotación. El Apéndice I incluye las especies más amenazadas, y su comercio sólo se permite en circunstancias excepcionales, como la investigación científica. El Apéndice III abarca los casos en que la legislación nacional protege una especie en al menos un país y éste ha solicitado ayuda para controlar el comercio.
Según Higuero, la inclusión de una especie en CITES es sólo el primer paso. Las Partes deben emitir dictámenes científicos y jurídicos sobre la especie y establecer un sistema de permisos para permitir sólo un volumen limitado de comercio.
«Al final del día, tienes que saber que lo que se exporta no va a causar daños a la especie in situ, que la supervivencia de la especie en la naturaleza no va a disminuir ni a verse perjudicada», dijo.
El comercio internacional de especies que figuran en los listados de CITES se estima en más de 11.000 millones de dólares al año, de los que aproximadamente el 84% corresponde a especies vegetales, según el Informe sobre el Comercio Mundial de Especies Silvestres publicado por la Secretaría de la CITES en noviembre. Los ingresos anuales totales generados por el comercio legal global de especies silvestres se estiman en 220.000 millones de dólares, según el informe. (El valor del comercio ilegal de especies silvestres, según el informe, se estima entre 7.000 y 23.000 millones de dólares anuales).
El cambio climático es uno de los factores que amenazan la biodiversidad, dijo Higuero, pero no es el único. «La principal amenaza para la supervivencia de la vida salvaje es la pérdida y fragmentación del hábitat», dijo, y añadió que la sobreexplotación de las especies es otra.
Lo que está cada vez más claro, afirmó, es que las crisis del clima y de la biodiversidad no pueden separarse.
«Todo está interrelacionado. Tenemos que darnos cuenta de que no podemos ocuparnos de estas cosas por separado», afirmó.
Los potenciales impactos negativos sobre la flora y la fauna de un planeta que se calienta son numerosos, explicó Higuero, explicó Higuero. Los cambios climáticos pueden afectar a la vegetación de la que dependen distintas especies y provocar nuevas enfermedades que amenacen su existencia. El calentamiento de las temperaturas oceánicas puede causar estragos en las especies marinas. En Kenia, dijo Higuero, las sequías están obligando a los elefantes a acercarse a las poblaciones humanas en busca de agua y alimentos.
A la inversa, señaló Higuero, la biodiversidad puede mitigar algunos de los impactos del cambio climático y hacer que los ecosistemas sean más resistentes, como ocurre en el caso de los bosques saludables.
En la entrevista con la ECPA, Higuero también se refirió a la riqueza de la biodiversidad en América Latina y el Caribe. Entre los 17 países del mundo considerados «megadiversos», seis están en América Latina: Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela.
Higuero, que es originaria de Panamá, dijo que la pérdida de hábitat está teniendo un grave impacto en muchas especies que necesitan espacios conectados en los que deambular, incluido el jaguar, al que calificó de «animal emblemático para la región». (Un esfuerzo regional denominado Hoja de Ruta para la Conservación del Jaguar 2030 en las Américas pretende proteger a este felino salvaje, cuya área de distribución geográfica se extiende actualmente por 18 países de América Central y del Sur, según un informe).
En la reciente Conferencia Mundial sobre la Vida Silvestre, las partes de la CITES acordaron apoyar a México en sus esfuerzos por salvar a la vaquita marina de la extinción, de acuerdo con el comunicado de prensa emitido al final de la conferencia. La especie se ha visto gravemente mermada -se cree que quedan menos de 20 de estas pequeñas marsopas en el Golfo de México- como consecuencia de la pesca de otra especie, la totoaba. El comunicado de prensa dice que las partes acordaron un enfoque diseñado para limitar la pesca de totoaba y de esta manera reducir la amenaza para la vaquita.
Higuero celebró medidas como la creación del Corredor Marino del Pacífico Oriental Tropical, un esfuerzo conjunto de Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá para proteger una ruta migratoria de ballenas, tiburones y otros animales marinos.
Mientras tanto, en el Caribe, la CITES está apoyando los esfuerzos de la Organización de Estados del Caribe Oriental para mejorar la sostenibilidad del comercio de la concha reina, un gran molusco marino que se comercializa por su carne y su caracola.
Muchas especies vegetales de la región también están incluidas en la CITES, desde orquídeas exóticas hasta árboles madereros, como el cocobolo, una especie de palo de rosa conocido en Panamá que se utiliza para todo, desde cuchillos de cocina hasta barcos y marimbas.
Un ejemplo de especie cuyo número ha aumentado con los años es la vicuña. Incluida en el Apéndice I de la CITES, la especie se recuperó lo suficiente como para pasar al Apéndice II, lo que permite su uso y comercio sostenibles. El Informe sobre el Comercio Mundial de Especies Silvestres incluyó ese ejemplo como un caso en el que «la introducción de la recolección y el comercio legales y regulados ha ayudado a revertir el declive».
Higuero espera que en el futuro se puedan encontrar nuevas formas de atraer más inversión privada a los esfuerzos de conservación, para apoyar a los países y comunidades que están proporcionando al mundo la biodiversidad, que ella llamó «un servicio».
«El mero hecho de saber que esta vida salvaje existe satisface a la gente de todo el mundo», dijo, «pero la conservación tiene sus costes». Por ejemplo, añadió, se necesitan fondos para crear zonas protegidas y contratar guardas que las cuiden, y muchos países necesitan ayuda exterior.
«Tenemos que encontrar formas innovadoras de hacerlo, no sólo con fondos públicos, sino también con financiación privada», afirmó.