El metano se encuentra dentro del grupo de lo que se conoce como Contaminantes de Vida Corta. Por un lado, es un poderoso gas de efecto invernadero que a corto plazo es 80 veces más potente en calentar el planeta que el dióxido de carbono. Por el otro, permanece en la atmósfera por un periodo relativamente corto: alrededor de 12 años, según la organización Climate and Clean Air Coalition (Coalición Clima y Aire Limpio).
La combinación de la potencia del metano y su efecto de vida corta hacen de él un objetivo lógico y efectivo en los intentos por reducir las emisiones de gas, explicó Mena, ex Ministro de Medio Ambiente de Chile, quien desde febrero tomó las riendas de Global Methane Hub, una organización sin fines de lucro creada para la acción global sobre esta problemática.
«Básicamente, el metano puede ayudarnos a reducir el calentamiento global en nuestro tiempo», dijo Mena en una entrevista.
La carrera por frenar las emisiones de metano está en marcha. Hasta el momento, 119 países se han integrado al Global Methane Pledge -Compromiso Global del Metano-, acordando dar los pasos necesarios en pos de lograr una reducción global de emisiones de metano del 30% para 2030 respecto de 2020.
El metano constituye el 17% de las emisiones de gases de efecto invernadero mundial proveniente de la actividad humana, según indica el compromiso. Además de indicar que para mantenerse en 1.5 grados -es decir, con el objetivo de limitar el aumento de temperatura en 1.5 grados centígrados por sobre niveles preindustriales, como indica el Acuerdo de París- deberá alcanzarse una importante disminución de emisiones de metano para 2030. Dicha disminución de ninguna manera reemplaza sino que complementa la acción mundial por reducir las emisiones de dióxido de carbono.
Este esfuerzo colectivo, anunciado el pasado noviembre en el marco de la Cumbre Climática COP 26 de Glasgow en Escocia, incluye tres cuartos de las naciones miembro de la Organización de Estados Americanos -OEA-. Santa Lucía y Trinidad y Tobago son las últimas naciones en incorporarse, como fue anunciado en la Cumbre de las Américas del mes pasado.
A nivel mundial, el 60% de emisiones de metano proviene de la actividad humana; y los humedales naturales también contribuyen ampliamente debido a su vasta cantidad de materia orgánica en descomposición. De acuerdo a los informes de la Coalición Clima y Aire Limpio, las tres mayores generadoras de emisiones de origen humano son: la agricultura -42%-; la actividad relacionada a combustibles de origen fósil -36%- y los residuos -18%-.
Mena considera que siendo la agricultura y los residuos tan significativos en la totalidad de emisiones, el metano no es un problema exclusivo del mundo industrializado sino también de los países en vías de desarrollo. Cuando se trata de frenar las emisiones de dióxido de carbono un funcionario de gobierno puede verse tentado a pensar «Por qué debería ocuparme yo de esto si el resto del mundo no lo hace?», dijo.
Con el metano es diferente porque se produce de manera local, y mitigarlo tendría efectos visibles también a nivel local, según Mena. Las buenas prácticas en la agricultura no solo influyen en el clima de una manera abstracta sino que reduce los olores que afectan a sus proximidades. Una mejora en la gestión de residuos puede prevenir incendios en los vertederos de basura como los que causaron que la ciudad de Nueva Delhi en India, se colmara de humo a comienzos de este año. Asimismo, reducir al máximo las filtraciones en los pozos de gas y petróleo reduciría la polución en zonas aledañas.
«Generas así un beneficio local, una ganancia a nivel local, a corto plazo y a quien sea que lo lleve a cabo, lo cual cambia la forma de ver la acción por el clima en su totalidad».
Mientras tanto, el monitoreo satelital está facilitando la localización de las emisiones de metano e identificar responsabilidades. «Siendo más visible se puede hacer un mejor seguimiento, así como contabilizar las ganancias alcanzadas con mayor facilidad», dijo Mena.
Muchas de las medidas a tomar para reducir las emisiones de metano son de bajo costo o, incluso, de costo negativo. Tomemos por ejemplo el sector de gas y combustibles. El metano, siendo el mayor componente del gas natural, puede filtrarse a través de las cañerías y plantas. Algunos yacimientos petrolíferos liberan gases residuales al aire o hasta lo queman, en prácticas conocidas como quema y venteo.
Parecería ser lo más lógico que ese gas sea recuperado. «Puedes ahorrar dinero reduciendo el metano, porque tienes mayor capacidad de venta de tu producto», dice Mena. Pero incluso los aumentos de precios del gas natural de los últimos meses no han sido el incentivo suficiente, simplemente porque las compañías expandieron su producción y las emisiones de metano han aumentado.
«La forma en que estamos decidiendo las cosas no es siempre racional, porque pensamos a corto plazo, y no a largo plazo», dijo Mena quien considera necesaria más regulación e informes para abordar el problema.
Los vertederos de residuos también son una llamada urgente a la acción en relación al metano, ya que lo generan en grandes cantidades y producen filtraciones. «Esto ocurre porque nadie se ha preocupado por el hecho de que si arrojas basura al aire libre por un tiempo, enseguida comenzará a emitir metano. Tan solo cubrir las filtraciones podría reducir rápidamente las emisiones», afirma Mena.
Chile, entre otros países, ha implementado el aprovechamiento energético de residuos, usando el metano emitido por los vertederos con biodigestores que generan energía a través de residuos de la agricultura.
Mena considera que hay mucho por hacer en relación a separar los residuos orgánicos de la basura, incluyendo el desarrollo de una agenda que incluya un sistema de alimentación que aproveche las sinergias entre la agricultura y los residuos alimentarios. «Los precios de los fertilizantes son los más altos de las últimas décadas, y estamos echando en los vertederos los nutrientes que podríamos estar utilizando».
Algo tan simple como establecer más bancos de alimentos también ayudaría a reducir el descarte. De este modo podrían regularse incentivos para distribuir alimento que aún está en buen estado en organizaciones de tipo caritativas en lugar de destruirlo o tirarlo en un vertedero.
«Un tercio del alimento a nivel mundial se descarta cuando podría ser reutilizado», dijo y agregó: «es obsceno en el contexto de crisis alimentaria que vivimos y sus altos costos».
Además está el tema de la dieta. Actualmente, el 80% de la tierra en el mundo se utiliza para producir el 20% de la proteína que se consume. «Tenemos que cambiar el sistema alimentario» dijo y señaló que una agenda global de metano contribuiría a un enfoque más sostenible de la alimentación.
Está motivado por lo que considera un cambio cultural por parte de la juventud: la búsqueda de una mejor alimentación en pos de salvar el planeta. Citó una encuesta de opinión pública realizada a principios de este año por la encuestadora Ipsos, que preguntaba a las personas si era probable que comieran menos carne en el próximo año (o reemplazarán la carne en algunas comidas por legumbres u otras alternativas) como una forma de limitar su contribución al cambio climático. En varios países de América Latina, la mayoría de los encuestados dijo que sí, según Ipsos: 64% en Perú, 61% en México, 58% en Colombia, 53% en Chile y 52% en Argentina.
Mena señaló también que algunos productos alimenticios están siendo promocionados por sus propiedades reductoras de emisiones de metano. Una prueba piloto en Suecia, por ejemplo, fue una cadena de supermercados que presentó su carne de baja emisión de metano producida mediante la alimentación de las vacas con complementos con algas -ver nota relacionada en esta edición-.
El propósito del Global Methane Hub es actuar como un catalizador para estimular la acción global en relación al metano, dijo Mena. La ONG con sede en Santiago de Chile, es independiente de Global Methane Pledge pero otorga subsidios para apoyar algunos trabajos vinculados con este compromiso.
Financiado por alrededor de 20 organizaciones filantrópicas, Global Methane Hub administrará directamente unos $220 millones en el transcurso de tres años, según dichos de Mena, quien señaló que la organización está abierta a apoyar proyectos tanto gubernamentales como no gubernamentales. En lo que va del año, ha proporcionado aproximadamente $40 millones en subsidios.
La Coalición Clima y Aire Limpio, por ejemplo, recibió $10 millones en fondos para ayudar a 30 países a desarrollar planes de reducción de metano. En China, a su vez, una subvención de $12 millones apoyará el trabajo que realizan nueve ONG para mitigar las emisiones de metano en vertederos y minas de carbón abandonadas.
Los subsidios se pueden utilizar con diversos propósitos, hasta la asistencia técnica en proyectos. «A veces los países tienen los fondos para la gestión de residuos» dijo Mena, «simplemente no tienen la capacidad para diseñar un proyecto centrado en la mitigación del metano». En el futuro, los subsidios también podrán apoyar, por ejemplo, a las comunidades que desean medir las fugas de metano, o financiar asesoría legal para que los países establezcan regulaciones relacionadas con el metano.
A pesar de la importancia del metano para el panorama climático, ha recibido muy poca atención y muy pocos recursos, dijo Mena. Un estudio publicado recientemente por Global Methane Hub y la organización Climate Policy Initiative encontró que «la financiación para las medidas de reducción de metano representó menos del 2% del flujo climático total» en 2019-2020.
La mitigación del metano tiene el potencial de enfriar el mundo a un ritmo mucho más rápido y de una manera más rentable que solo la mitigación del dióxido de carbono y podría hacer la diferencia a la hora de determinar si se cumplen los objetivos del Acuerdo de París. «Necesitamos hacer ambas cosas», dijo Mena, «y priorizar la mitigación del metano».