Boletín de noticias de la ECPA

Repensar el transporte urbano

viernes, mayo 03, 2019

 

Con un número creciente de personas concentradas en zonas urbanas de alta densidad demográfica, muchos ciudadanos y personas encargadas de adoptar políticas en las Américas y más allá se están dando cuenta de que los modelos de transporte tradicionales basados en el motor de combustión interna son «totalmente insostenibles», como señaló un experto.

 

 

Autobuses Eléctricos en Santiago, Chile

Como parte de su Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica, adoptada a fines de 2017, Chile ha incorporado 200 autobuses eléctricos al Transantiago, el sistema de transporte público de la capital, y está esperando la entrega de 150 unidades. Esto lo convierte en uno de los principales países del mundo en términos de cantidad de autobuses eléctricos afectados al transporte público, según Cristián Navas, de la División de Transporte del BID en Chile.

Si bien estos vehículos eléctricos representan un pequeño porcentaje de la flota de 6.000 autobuses de la ciudad, la meta de Chile es alcanzar el 10 por ciento para 2022.

Debido a que el costo de un autobús eléctrico puede duplicar aquel de un autobús común, y debido a que las instituciones financieras en Chile no tenían experiencia en este tipo de préstamos, el gobierno facilitó la compra de los vehículos a través de un esquema financiero innovador que incluye subsidios y préstamos. Los autobuses son propiedad de dos empresas eléctricas privadas y son operados por compañías privadas de transporte mediante un contrato similar al leasing, según Navas, uno de los oradores en la próxima conferencia en Santiago.

Ahora que los autobuses tienen un sólido historial y están demostrando ser una buena inversión, dijo, «las instituciones financieras están mirando esto con mayor atención. Esto ha permitido abrir mercado”.

Factores tales como la creciente congestión del tráfico, los viajes más largos y los graves niveles de contaminación del aire «están conduciendo a la sociedad a un callejón sin salida y con problemas sociales, medioambientales y de salud insalvables», dijo Joan Ramón Morante, Director del Instituto de Investigación en Energía de Cataluña, con sede en Barcelona, ​​España.

Para abordar tales problemas, dijo, muchas zonas urbanas están buscando soluciones de movilidad eléctrica basadas en recursos renovables que reduzcan sus emisiones de dióxido de carbono. Están adoptando medidas para mejorar el transporte público, con la ayuda de las tecnologías de la información y la comunicación. En algunos casos, especialmente en varias de las principales ciudades europeas, los planificadores urbanos están replanteando en su totalidad la forma en que se organizan las ciudades y están intentando hacerlas menos «cochecentristas».

Morante es uno de los numerosos oradores que participarán en la próxima conferencia y diálogo de alto nivel sobre “Movilidad eléctrica en las Américas: Estrategias regionales para retos comunes”. La conferencia tendrá lugar los días 9 y 10 de mayo en Santiago, Chile, una ciudad que ha logrado importantes avances en la incorporación de autobuses eléctricos en su sistema de transporte público. (Véase la nota lateral).

La conferencia está patrocinada por la Organización de los Estados Americanos (OEA) y su Alianza de Energía y Clima de las Américas (ECPA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Ministerio de Energía de Chile.

Las cifras sobre el porcentaje de las emisiones de carbono que pueden atribuirse al sector del transporte varían, pero son significativas sin lugar a duda. En un estudio reciente, el BID (citando al World Resources Institute) informó que el transporte representa el 34 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía en América Latina y el Caribe.

Morante afirmó que en la actualidad en algunos países el sector del transporte en su conjunto (incluidos automóviles, camiones, aviones y embarcaciones) representa la mayor porción del uso de energía, llegando al 40 por ciento o incluso más aun. Una de las razones puede basarse en el hecho de que hay más vehículos que nunca en las carreteras. Otro factor es que las mejoras en la eficiencia energética del sector industrial han evitado que las emisiones relacionadas con la actividad de este sector aumenten, lo que significa que el transporte representa un porcentaje mayor del uso total de energía.

Indudablemente, los vehículos eléctricos tienen un largo camino por recorrer antes de reemplazar a aquellos que funcionan con combustibles fósiles. Según un reciente informe del BID (Electromovilidad: Panorama actual en América Latina y el Caribe), China cuenta con la mayor cantidad de vehículos eléctricos, seguida por los Estados Unidos. Sin embargo, Noruega tiene el porcentaje más alto si se tiene en cuenta que los vehículos eléctricos representan aproximadamente un tercio de las ventas de automóviles.

«Oslo es uno de los ejemplos paradigmáticos en la introducción del coche eléctrico» dijo Morante, quien explicó que la capital noruega ha instituido una gama de incentivos para los vehículos eléctricos, tales como la eliminación de ciertos impuestos, la exoneración de peajes y el estacionamiento gratuito. También ha establecido una red de estaciones de carga en toda la ciudad para que las personas que no tienen un garaje puedan recargar su vehículo.

Muchas otras ciudades europeas, tales como Barcelona, ​​Copenhague, Helsinki, Londres, Múnich, París y Viena, han adoptado una serie de incentivos no solo para fomentar el uso de automóviles eléctricos, sino también para alentar a las personas a tomar el transporte público, usar los mecanismos conocidos como “park-and-ride”, ejercer la práctica de los viajes compartidos o incluso elegir opciones de desplazamiento que no impliquen emisiones de carbono. Copenhague, dijo Morante, cuenta con un sistema de semáforos inteligentes que le da prioridad a las bicicletas por sobre los automóviles. Algunos lugares también imponen tarifas o restricciones adicionales para desalentar a las personas a conducir vehículos convencionales en la ciudad.

Morante enfatizó que no hay dos ciudades iguales, por lo que cada ubicación debe encontrar las medidas que funcionen mejor teniendo en cuenta el clima, la densidad demográfica urbana, la topografía, la población y demás factores. Ofreció ejemplos de medidas que han resultado útiles en términos de promover la movilidad eléctrica

 

  • Utilizar vehículos eléctricos para el transporte público y proporcionar las herramientas inteligentes para lograr la máxima eficiencia. (Por ejemplo, un pasajero necesita información en tiempo real sobre cuándo llegará el próximo autobús. Asimismo el conductor debe saber cuál es la demanda en un momento dado).
  • Facilitar la conversión a tecnología sostenible para flotas de vehículos tales como taxis o camiones de reparto.
  • Mediante tecnologías inteligentes, implementar tarifas flexibles, como aquellas que ofrecen ofertas combinadas para estacionar fuera de la ciudad y usar el transporte público para ir al centro de la ciudad, o las que hacen posible el cobro de tarifas más altas en las horas pico.
  • Establecer una amplia red de estaciones de carga para vehículos eléctricos, asegurándose de que las redes de distribución de energía sean adecuadas. Idealmente, el sistema aprovechará las energías renovables. («La introducción de la movilidad eléctrica debe transcurrir en armonía con la transición energética hacia fuentes renovables», dijo Morante.)
  • Asegurar que la planificación urbana tenga en cuenta las diferentes formas de transporte, como los mecanismos park-and-ride.
  • Proporcionar incentivos para comprar y conducir vehículos eléctricos empleando la estrategia de «quien contamina paga».
  • Incentivar el uso de opciones de transporte eléctrico que ocupen menos espacio público, tales como motocicletas eléctricas, bicicletas o ciclomotores.
  • Asegurarse de que el sector público promulgue la legislación, las normas y los estándares correctos para promover el transporte eléctrico en el sector privado.
  • Promover la aceptación pública del transporte sostenible y desarrollar la capacidad técnica necesaria.