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Auge de las energías renovables en Colombia

miércoles, diciembre 30, 2020
Los proyectos de energía eólica y solar se han multiplicado en Colombia en los últimos dos años; y, recientemente, el Presidente Iván Duque anunció planes para otra gran subasta de energía renovable en 2021. Si bien la energía hidroeléctrica no ha dejado de ser la principal fuente de energía en Colombia, sigue en aumento el interés por las energías renovables no convencionales. Con sus abundantes recursos y un sólido marco regulatorio, Colombia está bien posicionada para alcanzar un crecimiento “exponencial” en este sector, según la Asociación de Energías Renovables (SER Colombia).

 

Los altos niveles de radiación solar en todo el país y los vientos fiables en varias regiones, especialmente en el departamento de La Guajira, en la costa noreste, favorecen en gran medida el desarrollo de las energías renovables, según afirma el Director Ejecutivo de SER Colombia, Germán Corredor. “En cuanto al potencial, tenemos todo lo que queremos”, dijo en una entrevista.

Eso no significa que la energía solar y la eólica sustituirán todo tipo de energía, explica el Director Ejecutivo de SER Colombia, pero son un “complemento interesante”, especialmente para la energía hidroeléctrica, que representa más de dos tercios de la electricidad generada en el país.

En los años de sequía —como ocurre durante el fenómeno de calentamiento de los océanos conocido como El Niño—, Colombia experimenta niveles más altos de radiación solar y vientos más fuertes, por lo que eso “ayuda a suplir esta deficiencia de agua”, afirma Corredor.

“El tener en la matriz una porción importante de renovables no convencionales hace mucho más eficiente y más robusta la matriz eléctrica”, añade.

Cierto es que a Colombia le ha llevado un poco más de tiempo que a otros países de América Latina desarrollar sus recursos solares y eólicos, y ello se debe en parte a la riqueza de opciones, según Corredor, quien tiene más de 35 años de experiencia, tanto en el sector público como en el privado, en cuestiones de energía en Colombia. Por ejemplo, dice, era natural que Chile fuera uno de los primeros en adoptar las energías renovables, ya que ese país no tiene petróleo ni carbón y depende en gran medida de las importaciones de energía.

Colombia, en cambio, no solo tiene una enorme capacidad hidroeléctrica, sino que también tiene carbón y petróleo. Eso significaba que podía esperar a prestar atención a las energías eólica y solar hasta que la industria estuviera más establecida y los costos fueran más competitivos el mundo entero, agrega Corredor.

Colombia dio el primer paso para impulsar las energías renovables no convencionales en 2014, con la adopción de la Ley 1715. Esta ley y los reglamentos que la acompañaban establecieron un marco de incentivos fiscales que empezaron a atraer a inversionistas y empresas de energía renovable.

SER Colombia, por su parte, comenzó a principios de 2016, cuando 19 empresas de energía renovable decidieron formar una asociación sin fines de lucro para promover el sector y representar sus intereses. A la fecha cuenta con 71 miembros.

Corredor cree que ya se tiene una base sólida para que pueda despegar la industria de la energía renovable. “Estamos en las etapas iniciales, pero el potencial es muy grande.  El crecimiento va a ser exponencial, como ha sido en todo el mundo”, asevera.

 

Una trayectoria de crecimiento

 

Las energías eólica y solar todavía representan una fracción diminuta —menos de un punto porcentual— de la capacidad instalada del país, de unos 17,6 GW, pero hay docenas de proyectos en preparación.

El año pasado, el gobierno colombiano realizó su primera subasta de energía renovable y asignó casi 1,3 GW de capacidad de generación a ocho proyectos: cinco eólicos y tres solares. Según los acuerdos de compra, los adjudicatarios suministrarán electricidad al Gobierno durante 15 años.

Corredor señala que la subasta de energía renovable ha demostrado que el marco de incentivos establecido permite a las empresas ofrecer precios competitivos. “Los precios que se tuvieron de la subasta fueron sustancialmente más bajos que los precios promedio del mercado”, añade.

En otra subasta de suministro firme, que incluía todas las tecnologías energéticas, se seleccionaron otros proyectos de generación eólica y solar. Sin embargo, debido a su naturaleza intermitente, los recursos de energía renovable pueden ofrecer un porcentaje mucho menor del suministro firme que las plantas térmicas, según dice Corredor.

Se están desarrollando también numerosos proyectos de energía renovable mediante contratos directos, fuera del proceso oficial de subasta. Como resultado de ello, la proveedora de energía Renovatio anunció recientemente que estaba lista para lanzar la primera subasta privada de energía renovable del país. La idea es que consiga firmar contratos a largo plazo de energía limpia, que luego venderá a los usuarios finales.

No es inusual que las empresas compren y vendan energía a clientes en gran escala en la porción no regulada del mercado de electricidad de Colombia, dice Corredor; pero agregó que Renovatio está abriendo camino al ofrecer contratos a largo plazo y al comprar solo energía renovable no convencional.

¿Cuánto de la capacidad instalada del país podría algún día generar energía a partir de fuentes como la solar y la eólica? Si el Gobierno lleva a cabo una nueva subasta, afirma Corredor, es posible que las energías renovables representen un 18 % o más de la capacidad en los próximos cuatro años.

“Yo creo que llegar en el 2030 a un 25 % no es descabellado. Yo creo que es muy posible”, afirma el Director Ejecutivo de SER Colombia.

Con el tiempo, además de complementar la energía hidroeléctrica, la energía renovable podría sustituir algunos combustibles fósiles, comenzando por los combustibles líquidos como el diésel y el combustóleo, que tienden a ser costosos, dice Corredor. Según cifras del Ministerio de Minas y Energía, todos los combustibles fósiles, incluidos el gas natural y el carbón, representan actualmente casi el 30 % de la producción de electricidad en Colombia.

La red de Colombia seguirá dependiendo predominantemente de la hidroelectricidad, señala Corredor, aunque los proyectos de grandes presas están encontrando más oposición y su desarrollo es cada vez más difícil en todo el mundo. En Colombia, el enorme proyecto hidroeléctrico Hidroituango sufrió un gran revés durante su construcción, cuando un túnel de desvío se derrumbó en 2018. Aunque se prevé que el proyecto esté terminado en 2023, no queda claro cuáles serán las consecuencias de los problemas jurídicos, según Corredor.

Si bien considera poco probable que haya más proyectos hidroeléctricos de gran escala, sí cree que algunas pequeñas centrales hidroeléctricas podrían ayudar a complementar las futuras necesidades energéticas del país, además de la energía solar y eólica.

 

Un futuro prometedor

 

Un paso en la ejecución de los proyectos actualmente en ejecución implica la consulta previa con las comunidades indígenas y étnicas que se verán afectadas. Sin embargo, esas consultas, que son un requisito constitucional, se suspendieron temporalmente a principios de este año debido a la pandemia del COVID-19, afirma Corredor.

Dichas consultas son particularmente importantes en una región como La Guajira, donde vive el pueblo indígena wayuu. Un parque eólico podría afectar a varias comunidades pequeñas, mientras que una línea de transmisión que atraviese el territorio podría tener un impacto en 200 comunidades. Los representantes de las empresas energéticas se han reunido con los afectados para explicarles el proyecto, escuchar cualquier preocupación que puedan tener, identificar sus necesidades y calcular cualquier compensación que les pudiera corresponder.

“Si no se hace eso, no hay proyecto”, afirma Corredor. A pesar de algunos retrasos durante los primeros meses de la pandemia, asegura, el proceso de consulta se ha reanudado ahora con reuniones virtuales y presenciales.

Corredor cree que los empleos en el sector de la energía renovable podrían incidir en la reactivación de la economía del país, que deberá recuperarse de la pandemia. En los próximos dos o tres años, espera que este sector cree unos 15 000 puestos de trabajo directos, además de generar empleos indirectos y actividad empresarial. Y, agrega Corredor, este tipo de proyectos normalmente pueden ponerse en marcha con relativa rapidez, una vez que se han firmado los contratos.

“Yo estoy convencido que entre más energías renovables tengamos, pues, mejor para todos. Es un beneficio ambiental, es un beneficio social, es un beneficio energético. El país necesita esto”, termina diciendo el Director Ejecutivo de SER Colombia.