El emblemático edificio, ubicado a pocas cuadras de la Casa Blanca en la intersección de la avenida Constitution y la calle 17, abrió sus puertas por primera vez en 1910 como el hogar de la Unión Panamericana, la organización precursora de la OEA. Ha acogido eventos trascendentales en la historia del hemisferio occidental, incluida la firma del Tratado del Canal de Panamá en 1977.
En su interior, el Salón de las Américas conserva la grandeza de su época, aunque con algunos retoques. Los candelabros de cristal que han iluminado innumerables conferencias, conciertos y visitas de presidentes y primeros ministros cuentan con luces LED. Este es tan solo un pequeño ejemplo de los pasos que la OEA ya adoptó para poner en práctica la sostenibilidad.
Ahora está intensificando estos esfuerzos, incrementando su uso de energía renovable y poniendo el énfasis en la eficiencia. Para una institución que depende de las cuotas de los países y que ha tenido dificultades presupuestarias durante mucho tiempo, la «fuerza motriz» detrás de estos esfuerzos es la necesidad de ahorrar dinero, según Enrique Bello, Director interino del Departamento de Servicios Generales (DGS).
«Si en el proceso logramos hacerlo de manera verde», agregó, «mejor aún».
Más de 700 funcionarios, contratistas y pasantes trabajan en la sede de la OEA. La planta física consta de cinco edificios: cuatro en el histórico complejo principal (la Casa de las Américas, un gran edificio administrativo, el Museo de las Américas y un pequeño edificio de oficinas conocido como la Casita), a los que se les suman, a pocas cuadras de distancia, el Edificio de la Secretaría General en el que se ubican las oficinas principales.
Si bien durante el transcurso de la última década la OEA ha implementado gradualmente algunos cambios orientados a la sostenibilidad, por ejemplo mediante la instalación de lavabos e inodoros más eficientes, la reducción del uso de energía durante los fines de semana y la promoción del reciclaje, en la actualidad se están realizando algunos cambios a una escala mayor.
Esto es posible en parte porque el mercado energético actual ofrece soluciones creativas para financiar proyectos de energía renovable y eficiencia energética, según Bello, quien trabajó en el Departamento de Desarrollo Sostenible de la OEA durante más de dos décadas antes de comenzar su trabajo actual como Director del DGS a principios de 2017. En algunos casos, por ejemplo, una empresa de servicios de energía asumirá los costos iniciales de la instalación y hará que los clientes paguen estos costos a lo largo del tiempo como un porcentaje de lo que ahorran en costos de energía.
En el edificio de la Secretaría General, que abrió sus puertas en 1976, la OEA se está preparando para instalar paneles solares en los techos. Antes de hacerlo, tuvo que reemplazar el deteriorado techo, un proyecto que se había visto postergado durante años por razones presupuestarias. Como parte de un acuerdo firmado con la OEA, una compañía solar local está sufragando no solo el costo de instalación de los paneles solares, sino también parte del costo de reemplazo el techo. (La compañía solar, por su parte, percibirá los créditos fiscales locales).
Work on the roof has been completed, and the installation of the photovoltaic solar panels is expected to begin once pending local permits have been issued. The panels will supply about 10 percent of the building’s electricity needs at no cost to the OAS.
“En la medida que lo que hagamos promueve la sostenibilidad y el manejo ambiental y además genera ahorros en los recursos de la organización, creo que es un win-win situation para todos,” afirmó Bello en una entrevista.
Estas son tan solo algunas de las demás áreas en las que el Departamento de Servicios Generales de la OEA está trabajando para reducir costos e implementar prácticas más ecológicas:
Si bien la gestión de las instalaciones es un elemento importante para promover la eficiencia energética y la sostenibilidad ambiental, no es la única, observó Bello. Agregó que estos temas deberían tener en cuenta las decisiones y actividades cotidianas de las personas, trátese de encargar suministros, planificar reuniones, planificar viajes o incluso trabajar diariamente.
«Podríamos hacer mucho más como individuos y como institución para reducir nuestra huella de carbono», dijo Bello. «Es una cuestión de adoptar una mentalidad sostenible».