El gas natural tiene la capacidad de reducir los costos de la energía eléctrica –especialmente en el Caribe y en Centroamérica– y a la vez de tener un impacto positivo en el medio ambiente al sustituir combustibles de más alto carbono, según varios expertos en energía que participaron en un reciente foro en la OEA. El evento fue auspiciado por el Departamento de Desarrollo Sostenible de la OEA, a cargo del Mecanismo de facilitación de la Alianza de Energía y Clima de las Américas (ECPA).
“El gas natural representa una oportunidad maravillosa, en una economía mundial restringida desde el punto de vista climático, para hacer la transición hacia fuentes energéticas aún más limpias”, dijo Bill Becker, un reconocido experto estadounidense y Director Ejecutivo del Proyecto Presidencial de Acción Climática.
En los últimos años, la producción del gas natural ha aumentado drásticamente en los Estados Unidos, principalmente a raíz del incremento de la producción del gas de esquisto, por medio de técnicas como la fracturación hidráulica y la perforación horizontal. Este auge en la producción podría beneficiar de manera importante a otros países de la región a través de un incremento de las exportaciones, opinaron varios de los expertos.
Si bien es mucho más limpio quemar el gas natural que otros combustibles como el carbón o el petróleo, hay que superar varios obstáculos para que el gas pueda alcanzar su verdadero potencial, dijo Becker. Uno de estos es el problema que representan las fugas de metano en la boca del pozo o en la tubería de transporte, que pueden llegar a suprimir la ventaja ambiental del gas en comparación con el carbón, según Becker. “El poder tapar esas fugas es un tema sumamente importante”, añadió.
El foro realizado el 30 de julio –denominado «Impacto del aumento de los recursos de gas natural en el futuro energético de las Américas»– fue el cuarto y último de esta serie destinada a fomentar el diálogo y generar conciencia sobre temas relacionados a la energía y el cambio climático.
En sus palabras de apertura, el Embajador Néstor Méndez, Representante Permanente de Belize ante la OEA, habló sobre la capacidad del Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC) de “transformar” el mercado energético de Mesoamérica. El sistema, que en el largo plazo conectaría las redes energéticas desde México hasta Panamá, permitirá a un país pequeño como Belize acceder a las ventajas de las economías de escala, dijo Méndez. Muchas soluciones energéticas que no serían factibles para un país de 240 mil habitantes se tornarían sumamente atractivas para un mercado potencial de más de 75 millones, explicó.
Aunque todavía se están negociando algunos asuntos complejos, como normas transfronterizas y tarifas de uso, “creo que existe la voluntad política” para que el SIEPAC se convierta en una realidad, dijo el diplomático. El tema de la integración energética es un asunto de interés para todos, no solo los ministerios de gobierno pero también el sector privado y efectivamente todo el país, dijo Méndez. “Al fin y al cabo, el beneficio es para nuestros pueblos: energía asequible, energía estable y energía segura, que todos necesitamos para el desarrollo”.
Centroamérica y el Caribe son dos de las regiones que tienen la probabilidad de beneficiarse particularmente del “cambio repentino en el panorama del gas natural”, según Ramón Espinasa, un destacado especialista en temas de petróleo y gas natural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Muchos países de la región dependen de costosas importaciones de petróleo y obsoletas tecnologías, dijo en el foro, observando que en algunos países caribeños el costo de la energía eléctrica es entre dos y tres veces más alto que en los Estados Unidos.
El gas puede ser transportado por medio de tubería o bien convertido en gas natural licuado (GNL) para su transporte marítimo y luego devuelto a su estado gaseoso para la generación de energía. Espinasa dijo que debido a la abundante oferta de gas en el mercado, junto con los cambios tecnológicos que hacen más factibles el transporte y generación en pequeña escala, el gas natural se ha convertido en una alternativa atractiva para poder reducir los precios en estos países más pequeños. Trinidad y Tobago, que antes exportaba la mayoría de su gas natural a los Estados Unidos, podría incrementar sus exportaciones a otros países del Caribe, mientras que Perú podría suministrar el gas a Centroamérica, dijo.
No obstante, todavía se requieren economías de escala para el transporte, almacenamiento y generación eficientes, dijo Espinasa, al hacer un llamado a acciones y soluciones coordinadas entre los países. El establecimiento de una serie de centros de abastecimiento permitiría el transporte del GNL en grandes cantidades a un par de puertos en el Caribe, para luego ser distribuido en buques más pequeños a otros países. Para Centroamérica, según el experto, la solución lógica sería generar energía en dos centros de almacenamiento, uno en el sur (quizá Panamá) y otro en el norte (El Salvador o Guatemala) y luego distribuirla a toda la región por medio del SIEPAC.
Otro panelista, Francisco Gonzalez, docente en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Johns Hopkins, subrayó cuatro ejes impulsores de la integración energética: acuerdos, leyes y regulaciones, precios, financiamiento e infraestructura. Opinó que el SIEPAC representa el “patrón de oro” en materia de integración energética en el hemisferio; sin embargo recordó que este proyecto había estado en marcha por dos décadas, una indicación de la complejidad de la tarea.
Por su parte, Lisa Viscidi, Directora del Programa sobre Energía, cambio climático e industrias extractivas del Diálogo Interamericano, expresó que el gas natural cobra cada vez más importancia en Sudamérica, suplementando la energía hidroeléctrica. Aunque la dependencia en esta fuente hace que la región sea un productor de energía relativamente limpio a nivel mundial, el cambios climático –especialmente en países afectados por El Niño– han producido más sequías y la energía hidroeléctrica es una fuente menos confiable que antes, dijo Viscidi. Además, las adversas consecuencias ecológicas y sociales de construcciones de grandes represas se consideran obstáculos adicionales a la expansión de esta fuente energética, dijo.
“Esa es una de las razones por las cuales el gas parece ser una opción más atractiva para América Latina”, expresó Viscidi. La demanda de gas en la región incrementó en un 60% entre 2000 y 2012, dijo, agregando que se espera que el gas natural se convierta en una fuente cada vez más importante de generación energética.