Más de 200 alcaldes de ciudades de todos los tamaños de América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Canadá se reúnen en Denver (Colorado) del 26 al 28 de abril para estudiar las medidas que pueden adoptar en una amplia gama de cuestiones, que van desde la democracia y la inclusión, hasta la vivienda y la seguridad. Varias sesiones se centrarán en energía, clima y ambiente.
La Cumbre de Ciudades de las Américas (una iniciativa que Estados Unidos anunció el año pasado en la Novena Cumbre de las Américas) incluirá no sólo a dirigentes locales electos y otros funcionarios, sino también a representantes de la sociedad civil, el ámbito empresarial, académicos, la juventud, la cultura y las artes y grupos indígenas entre otros. Ya se han inscrito más de 3.500 participantes.
Según la alcaldesa de Heredia, Costa Rica, Ángela Aguilar Vargas, los gobiernos locales tienen el potencial de provocar cambios reales en cuestiones como el medio ambiente, porque tienen contacto directo y cotidiano con los ciudadanos. No siempre ocurre lo mismo con los funcionarios de los gobiernos nacionales, declaró en una entrevista.
«La relación con las municipalidades es más directa», dijo. Aguilar dirige la ciudad de Heredia y el distrito administrativo o cantón del mismo nombre, que cuenta con una población mayoritariamente urbana de unas 144.000 personas y está situado al norte de la capital del país, San José.
Heredia ha adoptado una política municipal de cambio climático y ha puesto en marcha varios programas ambientales, que incluyen iniciativas para limpiar los residuos sólidos y plantar más árboles. Cuando los funcionarios locales acuden a una comunidad un sábado para ayudar a los voluntarios a recoger la basura, dan un buen ejemplo y brindan la oportunidad de concienciar sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente, afirmó Aguilar.
Los niños de hoy en día ya lo entienden, dijo, y añadió que parecen haber adquirido ese «chip» en sus cerebros en la escuela, pero la mayoría de los adultos todavía tienen mucho que aprender.
Aguilar también hizo hincapié en la necesidad de que los alcaldes de gobiernos locales cercanos colaboren estrechamente entre sí, señalando que los 10 cantones que componen la provincia de Heredia han intensificado la coordinación de actividades y políticas en materia de medio ambiente y otros asuntos. Al fin y al cabo, si un cantón no gestiona adecuadamente sus cursos de agua, sus vecinos también pueden sufrir inundaciones cuando lleguen las lluvias.
Los 10 cantones han estado trabajando para formalizar su cooperación mediante un acuerdo que les permitirá movilizar más recursos para proyectos que beneficien a toda la provincia, dijo Aguilar.
Algunas medidas están fuera del alcance de cantones o provincias, señaló. Por ejemplo, a Heredia le gustaría que se modificaran las normas que regulan los autobuses públicos y sus rutas para reducir la contaminación atmosférica, pero el transporte público en Costa Rica es competencia del Gobierno central.
La ciudad de Heredia ha estado entre las ciudades con mejores resultados en un programa nacional de premios ambientales llamado Bandera Azul Ecológica. Sin embargo, Aguilar dijo que anima a su equipo a centrarse en alcanzar sus objetivos en lugar de en ganar reconocimiento.
«No es trabajar por el premio. Es trabajar porque realmente se estén alcanzando objetivos medibles y de impacto en la comunidad», dijo.
Aguilar está entre los alcaldes que participarán en un debate en la Cumbre de las Ciudades titulado «Riesgos y beneficios de la transición energética en las Américas: Una perspectiva local sobre la gestión sostenible». La sesión está patrocinada por el Atlantic Council y la Red Latinoamericana y Caribeña para la Democracia.
En otras sesiones o mesas redondas se examinarán temas como la aceleración de la inversión para la acción climática; el avance de una transición equitativa hacia la energía limpia; la aplicación de medidas locales de adaptación climática; la financiación del desarrollo sostenible a nivel subnacional; la superación de obstáculos financieros para proyectos de infraestructura climática; el vínculo entre cambio climático, migración y desplazamiento; la aplicación de la economía circular y el desarrollo de la resiliencia basada en la naturaleza en las ciudades.
Jaime Pumarejo, alcalde de Barranquilla, Colombia, tiene previsto participar en varios paneles y ha estado insistiendo en la necesidad de que los alcaldes del mundo formen parte de la conversación sobre el clima y la energía.
«Cada día actuamos en la primera línea del cambio climático», declaró durante una mesa redonda en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad celebrada en diciembre en Montreal (Canadá). «Vemos los efectos del cambio climático y vemos que nuestros ciudadanos nos piden más acción».
La barrera más grande, dijo Pumarejo, es la financiación, añadiendo que «la falta de financiación para las ciudades está obstaculizando nuestra capacidad para adaptarnos al cambio climático, para preservar la biodiversidad, para permitirnos financiar soluciones basadas en la naturaleza».
El hecho de que se celebre la primera Cumbre de Ciudades de las Américas envía un mensaje claro de que las autoridades locales desempeñan un papel importante en cuestiones que antes se debatían principalmente a escala nacional, afirmó Manuel Trujillo Saad, Jefe de Relaciones Internacionales de la Secretaría de Desarrollo Económico de Barranquilla.
«Se está viendo que las ciudades están dando un paso al frente y tienen una voz muy fuerte», dijo en una entrevista. Aunque es importante tener liderazgo a nivel nacional, no es suficiente, ya que las voces de los ciudadanos no siempre son escuchadas.
«Creo que los alcaldes representan ese punto de conexión con los ciudadanos y son la primera línea de respuesta», añadió.
La Alcaldía de Barranquilla y el CAF Banco de Desarrollo de América Latina lanzaron en diciembre de 2021 una iniciativa para proteger la biodiversidad en las ciudades de América Latina y el Caribe. La iniciativa «BiodiverCiudades» comenzó con ocho ciudades de la región y ha crecido hasta incluir 119, según Trujillo.
Alrededor del 80% de la población de esta región vive en zonas urbanas, dijo, por lo que tiene sentido que las ciudades hagan todo lo posible por ampliar sus espacios verdes y proteger su biodiversidad y sus ecosistemas como forma de ayudar a combatir el cambio climático y mejorar las condiciones de vida al mismo tiempo.
Barranquilla ha construido o recuperado 260 parques en la última década, a través de un programa llamado «Todos al Parque». A principios de este año, el Instituto de Recursos Mundiales concedió a la Alcaldía un premio de 250.000 dólares por ese esfuerzo.
El gobierno de Pumarejo también se prepara para inaugurar la primera fase de un gran «ecoparque» en un gran manglar abandonado que está dentro de los límites de la ciudad llamado Ciénaga de Mallorquín. Ese proyecto incluirá la restauración de una playa urbana en esta ciudad de 1,2 millones de habitantes, situada en la costa caribeña de Colombia.
En el marco de la transición energética, la ciudad ha estado estudiando la posibilidad de aprovechar sus recursos solares y eólicos, «las cosas de las que la gente suele quejarse en Barranquilla», dijo Trujillo con una sonrisa. Una empresa público-privada local de energías renovables se está encargando de instalar paneles solares en todos los edificios públicos de la ciudad, incluidas escuelas, hospitales e instalaciones deportivas.
Barranquilla también empezó a hablar con empresas internacionales sobre su potencial eólico marino incluso antes de que el gobierno nacional hubiera completado el marco jurídico necesario para hacerlo posible, dijo Trujillo, y añadió que los esfuerzos de la ciudad estimularon una acción más rápida a nivel nacional. Con el tiempo, la ciudad también espera poder producir hidrógeno verde.
Todo esto requiere una planificación a largo plazo, acciones complementarias en los distintos niveles de gobierno y una visión que trascienda el mandato de cualquier alcalde, afirmó. Si una ciudad quiere atraer inversiones en energías limpias, por ejemplo, tiene que pensar en su mano de obra y ofrecer formación en habilidades específicas.
«Las ciudades están empezando a pensar en esto desde una perspectiva a largo plazo», dijo Trujillo.