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Una solución a los eructos de las vacas llega desde el océano

viernes, julio 29, 2022
Una vaca pastando tranquilamente en un campo bien podría compararse con un vehículo devorador de nafta, dada la cantidad de metano que expulsa durante su proceso digestivo. Pero una especie de alga marina podría contener la respuesta a ese particular problema de emisiones, siempre y cuando científicos y empresarios encuentren la manera de producir lo suficiente.

 

Un alga plumosa de color rojo llamada Asparagopsis taxiformis, crece en aguas tropicales y subtropicales de todo el mundo, incluso a lo largo de las costas del Pacífico y Atlántico de las Américas y en todo el Mar Caribe.

Si bien no es una especie extraña, esta alga marina no se encuentra en la naturaleza en las cantidades que serían necesarias para alimentar a los más de mil millones de cabezas de ganado que hay en el mundo, según la Dra. Jennifer Smith, botánica marina del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California, San Diego. Smith lleva tres años estudiando la especie.

Smith dijo en una entrevista que  «nunca se cosechará de forma silvestre en el océano para la venta comercial. Simplemente no es lo suficientemente abundante». Sin embargo, agregó que el hecho de que las algas crezcan naturalmente en tantos lugares sugiere que podrían cultivarse en múltiples entornos sin incorporar especies invasoras en una región.

Estas algas pueden ser cultivadas en tanques o en mar abierto usando líneas tendidas entre boyas. Antes de que pueda usarse como alimento, debe pasar por un proceso de purificación. «No se puede simplemente ir y recogerlas del océano, meterlas en un tanque y tener una granja», dijo Smith.

Jennifer Smith ha estado estudiando la especie de alga Marina Asparagopsis taxiformis en su laboratorio del Instituto de Oceanografía Scripps. Foto: Megan Snedden.

«En mi laboratorio, lo que estamos haciendo es trabajar en el desarrollo de técnicas de cultivo para hacer crecer la especie y así tratar de comprender mejor cómo cultivar la mayor cantidad en el menor tiempo posible», agregó. También viene trabajando en identificar las cepas más resistentes de las algas marinas y maximizar la producción de los compuestos químicos que han demostrado reducir drásticamente el metano producido por las vacas y otros rumiantes.

La doctora aspira a que Scripps sea algo así como un «banco global de semillas» pero de algas, con cepas especialmente desarrolladas para los diversos ecosistemas. Dada la cantidad de cabezas de ganado que hay en el mundo, cree que las algas marinas crearán oportunidades para nuevos puestos de trabajo y una industria totalmente nueva.

Las capacidades reductoras de la Asparagopsis taxiformis fueron descubiertas hace unos años en pruebas de laboratorio realizadas por investigadores en Australia. Sus hallazgos dieron lugar a una serie de investigaciones y ensayos, así como a unas primeras oleadas de inversiones. Hoy en día, los complementos de algas marinas para la alimentación del ganado están comenzando a llegar a un número limitado de productores.

Smith plantea que una de las preguntas más importantes del momento es cómo alcanzar la escala necesaria para lograr impacto real. Y suma: «¿Cómo vamos a conseguir suficientes algas para alimentar a todas las vacas? Es un gran desafío».

También es urgente debido a la creciente presión global por controlar las emisiones de metano como una forma de cumplir los objetivos climáticos. En California, por ejemplo, la ley exige que las operaciones lecheras y ganaderas reduzcan sus emisiones de metano en un 40 % por debajo de los niveles de 2013 para 2030.

 

Emisiones ganaderas

 

Agregar una pequeña cantidad de algas marinas a la dieta de las vacas reduce sus emisiones de metano en más del 80%.

Aproximadamente el 14,5% del total de emisiones de gases de efecto invernadero inducido por el hombre corresponde a la cadena de suministro del ganado, según un informe de 2013 publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. El informe indica que la producción, procesamiento y transporte de alimentos son la mayor fuente de emisiones dentro del sector, seguida por las emisiones del proceso digestivo de los animales rumiantes.

El ganado vacuno, ovino, caprino, bufalino así como otros rumiantes son animales de pastoreo capaces de digerir pasto o paja con alto contenido de fibra a través de un proceso conocido como fermentación entérica. Los microbios en el tracto digestivo de estos animales descomponen y fermentan sus alimentos, produciendo metano como subproducto.

La Coalición Clima y Aire Limpio indica que las emisiones de metano entérico generadas por rumiantes que son criados por su carne y leche, representan hasta el 30 % de las emisiones antropogénicas mundiales.

El Dr. Ermias Kebreab, etólogo de la Universidad de California Davis, lo resumió de esta manera en su charla TED a comienzos de año: «Tenemos un problema de metano por las vacas».

Y no es necesariamente lo que la gente piensa, explicó a la audiencia: «Más allá de lo que hayan escuchado acerca del tema, las vacas eructan la mayor parte del metano, no lo despiden por detrás».

Al ver los prometedores resultados de laboratorio de Australia, Kebreab decidió probar las algas marinas en vacas vivas, para averiguar cuánto necesitaría agregarse en su alimentación y qué tan significativa sería la reducción en su producción de metano. Asimismo aparecieron otras preguntas: ¿Será que pueden los microbios dentro del organismo de las vacas acostumbrarse y volver a producir metano con el tiempo? ¿Podrán mantenerse estables las algas almacenadas? ¿Les gustará a las vacas el sabor? ¿Les afectará a la salud? ¿Cambiará el sabor de la carne o la leche?

Kebreab y su equipo descubrieron que al agregar una pequeña cantidad de algas marinas a la dieta de las vacas, se reducían en más del 80 % las emisiones de metano sin interferir con la digestión ni producir efectos adversos para su salud; de hecho, el ganado vacuno creció más alimentándose con las algas. Además dijo que en estudios controlados las personas no pudieron detectar diferencia alguna en el sabor.

Por el momento, según Kebreab, las algas marinas han producido las reducciones más notorias en los eructos de metano de las vacas, pero también se ha descubierto que otros complementos alimentarios, incluidos extractos de ajo y cítricos, poseen también algún efecto reductor de metano.

Una técnica supervisa el alga Asparagopsis taxiformis en las instalaciones de cultivo de Blue Ocean Barns en Kailua-Kona, Hawái. Foto cortesía de Blue Ocean Barns.

 

Hacia lo comercial

 

Tanto Smith como Kebreab han sido asesores científicos de una empresa llamada Blue Ocean Barns, una de las varias start-ups a nivel mundial que están trabajando en el desarrollo y comercialización de complementos alimenticios de algas marinas para la alimentación del ganado.

Blue Ocean Barns cultiva Asparagopsis taxiformis mediante el uso de tanques en sus instalaciones en el Parque de Tecnología y Ciencia Oceánica de Hawái en Kailua-Kona, en la Isla Grande de Hawái. Actualmente vende las algas a un grupo selecto de clientes, bajo la marca Brominata. La directora ejecutiva de Blue Ocean Barns, Joan Salwen, afirma que dichos clientes, incluida la compañía de helados Ben & Jerry’s, están comprometidos a cumplir objetivos para reducir su huella de carbono, no solo comprando bonos de carbono, por ejemplo, sino reduciendo las emisiones en su propia actividad. 

«Absolutamente tienen que eliminar las emisiones de su propio taller, especialmente si se tienen vacas en la cadena de suministro», dijo en una entrevista. Algunas empresas del sector lácteo o cárnico le han dicho a Salwen que ya colocaron paneles solares en sus edificios y mutaron su flota por vehículos eléctricos, pero deben abordar el problema de la digestión de las vacas si quieren cumplir sus objetivos.

Las algas marinas añadidas a la alimentación del ganado representan tan solo el  0,3% de la dieta de la vaca. Las reducciones de carbono resultantes son muy atractivas porque son inmediatas, según Salwen. «El día que la vaca come un poco de esta alga deja de eructar metano, no hay que esperar a que el bosque crezca más de 20 años». La reducción en la producción de metano es permanente: «Una vez que las emisiones de metano de esa comida no se emiten, nunca se emiten, a diferencia de un bosque, en el que las ganancias pueden revertirse si los árboles se queman o se talan», explicó.

Otra característica atractiva de las algas, según ella, es que es una solución de base natural. «Estamos secando y procesando mínimamente una planta que es una materia prima como cualquier cosa que come la vaca, ya sea alfalfa o trébol secos. Somos una planta seca más, y esto es atractivo para nuestros clientes».

Brominata desarrollada por Blue Ocean Barns a partir de algas rojas. Foto cortesía de Blue Ocean Barns.

Las empresas pagan a Blue Ocean Barns para que les proporcione las algas marinas a los agricultores y ganaderos en sus cadenas de suministro. Así, las empresas obtienen pruebas auditables y verificables de sus reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero. Blue Ocean Barns trabaja con un registro independiente de carbono llamado Verra y los productores obtienen el complemento sin costo alguno para ellos.

Este mes, Blue Ocean Barns anunció una recaudación de $20 millones adicionales en capital de riesgo, lo que, según Salwen, realmente les brinda la posibilidad de construir el cultivo en tanques necesario para lograr el impacto al que aspiran. La compañía ha expresado que su objetivo es reducir las emisiones de metano de un millón de vacas en cuatro años y 100 millones para 2030.

«No está servido», dijo Salwen, «pero definitivamente está a nuestro alcance».

 

¿La solución vegetariana?

 

Algunos escépticos de los esfuerzos por reducir las emisiones de metano de la industria ganadera argumentan que sería mejor para el planeta que la gente simplemente dejara de consumir leche o carne.

Jennifer Smith dice: «Estoy de acuerdo en que no deberíamos comer carne todos los días. Creo que todos podemos tratar de disminuir la huella de esto, aunque puedo garantizarles que no será ya mismo y por completo».

Separar a la gente de la carne es equivalente a separarlos de los autos a nafta, dijo.« Si todos estuviéramos conduciendo autos eléctricos hoy, sería genial, pero ¿saben qué? No está sucediendo». Además agregó que incluso si la gente dejara de comer carne de repente, está la cuestión de qué hacer con los mil millones de vacas y probablemente otros mil millones de ovejas y cabras que ya hay.

«Con las vacas tenemos un problema de metano», dice Ermias Kebreab, científico de animales de la Universidad de California.

Ermias Kebreab señaló que en muchas partes del mundo, la carne y la leche aportan nutrientes clave que las personas no obtienen de otra forma en su dieta.

Por supuesto, los consumidores de algunos países comen mucha más carne que otros. En su charla TED, Kebreab mostró un gráfico sobre el consumo de carne per cápita, mostrando a Estados Unidos como el mayor consumidor, seguido de Australia, Argentina, Uruguay, Brasil y Chile. Paraguay, México, Perú y Colombia también se encuentran entre los 20 países de mayor consumo de carne del mundo.

Imagen de portada: Una especie de alga roja plumosa llamada Asparagopsis taxiformis, que crece en aguas tropicales y subtropicales de todo el mundo, podría reducir significativamente las emisiones de metano del ganado.