A menudo, el gas natural se considera un combustible de transición, un puente hacia la energía renovable, debido a su capacidad de suministrar una carga base fiable que al quemarse es más limpia que el petróleo o el carbón. Extraído del suelo en forma de gas y generalmente trasladado al mercado por gasoductos, este recurso también se puede enfriar y convertir en gas natural licuado (GNL), ser transportado por barco y luego convertirse nuevamente en gas para ser utilizado como combustible. Jamaica, México, República Dominicana y Panamá son solo algunos de los países que, en los últimos años, han aumentado el uso de gas natural para la generación de energía eléctrica. El aumento de la producción de gas de esquisto en Estados Unidos está impulsando nuevas redes de distribución de gas natural licuado en la cuenca del Caribe.