Una organización llamada Vía Orgánica, con base en San Miguel de Allende, en el estado de Guanajuato, está trabajando con los agricultores para dar nuevos usos a algunas de las variedades de agave que crecen de forma silvestre en las zonas áridas y semiáridas de México y de muchos otros países. La idea es proveer a los agricultores de fuentes de ingreso adicionales que a su vez beneficien al medioambiente.
Los líderes del llamado Proyecto de los Mil Millones de Agaves tienen grandes ambiciones para esta humilde planta. «Nosotros queremos enfriar el planeta», dijo Juan Frías, agrónomo doctorado en biotecnología, que asume la dirección técnica del proyecto. Y agrega que el agave se ajusta muy bien a la tarea por diversas razones: «No requiere riego, no requiere insumos agroquímicos, prospera en suelos pobres, prospera con una precipitación muy baja», ventajas que hacen además que la planta se adapte a condiciones áridas y semiáridas. Los poros de la planta suculenta se mantienen cerrados durante el día para reducir la evaporación y se abren con el frío de la noche para absorber el dióxido de carbono (CO2).
«Los agaves absorben mayores cantidades de carbono que otras plantas, de forma similar a un árbol», dijo Frías.
La idea es que, eventualmente, los agricultores que participen en el proyecto puedan generar ingresos adicionales a través de créditos de carbono. Mediante este tipo de sistema, que deberá ser cuidadosamente verificado y cuantificado, una empresa, estado u organización podría compensar su huella de carbono pagando a los agricultores por los árboles que hayan plantado, ya que estos extraen los gases de efecto invernadero fuera de la atmósfera y los almacenan en sus troncos, hojas y raíces.
De todos modos, el Proyecto de los Mil Millones de Agaves, está desarrollando medidas a corto plazo, de manera que agricultores de pequeña escala puedan cultivar agave de forma rentable, con o sin créditos de carbono.
No se trata de producir más tequila, de hecho, el tequila está sujeto a reglas de denominación de origen y su producción está restringida a ciertas regiones de México. Por el contrario, el Proyecto de los Mil Millones de Agaves ha estado explorando otros usos para esta planta que en gran medida termina siendo descartada.
El agave, también llamado maguey, ha sido tradicionalmente utilizado por los agricultores para líneas divisorias de propiedades, o en áreas necesitadas de control de erosión, e incluso para extraer del corazón de la planta el néctar con el que producen la bebida fermentada llamada pulque. Pero las largas hojas del agave, llamadas pencas, generalmente se descartan. Alguna puede ser cortada para alimentar a los animales, pero al ser hojas tan duras, resultan difíciles de digerir y los animales no las quieren.
Sin embargo, hace más de una década, en la Hacienda Zamarripa de Guanajuato se descubrió que cortando finamente las hojas de agave y fermentándolas, se podía generar forraje económico que les gustaba y mejoraba a sus animales.
Vía Orgánica, afiliada a la organización Regeneración Internacional y a la Asociación de Consumidores Orgánicos (OCA), con base en Estados Unidos, comenzó a trabajar con Hacienda Zamarripa entre otros hace alrededor de tres años y ahora se encuentra trabajando en la divulgación del agave.
«Para nosotros lo más apasionante acerca de este sistema es su potencial para crecer en escala, no sólo en México, sino en todo el mundo», dijo el cofundador de OCA y Vía Orgánica, Ronnie Cummins, quien es además miembro del comité directivo de Regeneración Internacional.
Según dice Cummins, aproximadamente un 40% de la tierra a nivel mundial se encuentra en áreas áridas o semiáridas, donde es difícil cultivar alimentos sin riego y el suelo se agota a causa del excesivo pastoreo. Además, estas son las regiones donde tienden a vivir las poblaciones más carenciadas, agregó.
En relación a la cantidad de agaves que se espera plantar a través del proyecto, Cummins observó: «Mil millones no es un número exagerado». México ya posee varios miles de millones de agaves, e incluso en el estado de Jalisco, el corazón de la industria tequilera, se estima que hay 500 millones de plantas de Agave Azul cultivadas.
De todas formas, cuando el agave se cultiva como monocultivo, como suele ser el caso de las producciones de tequila y mezcal, no se obtienen los mismos beneficios que cuando su cultivo es parte de un sistema completo de agroforestación.
En la finca de Vía Orgánica, en las afueras de San Miguel de Allende, miembros del equipo del proyecto enseñan a los agricultores cómo cultivar el agave intercalándolo con mezquite, en lugar de hacerlo como monocultivo. Este árbol tiene raíces profundas que fijan nitrógeno en el suelo, y produce vainas ricas en proteínas que se pueden moler y fermentar junto con las hojas finamente cortadas.
El Proyecto recomienda plantar 2.000 plantas de agave y 400 mezquites por hectárea, dijo Frías y agregó que para el tercer año la combinación habrá producido cerca de seis toneladas de forraje por hectárea, sin haber tenido que usar agua ni fertilizante. Estos valores suben en la medida en que las plantas maduran.
«El mantenimiento es prácticamente nulo», enunció. Lo único que el agricultor debe hacer es podar regularmente una pequeña parte de las hojas de agave para alimentar a los animales.
En la finca de Vía Orgánica, Mayra Martínez, técnica de campo del proyecto, ha mostrado recientemente a algunos visitantes dos máquinas de molienda que pueden conectarse a un tractor y utilizarse para moler hoja de agave y vainas de mezquite. Los materiales molidos son mezclados y sellados en tambores de plástico o algún otro recipiente donde los azúcares de las pencas puedan fermentar la mezcla. Luego de 30 días de fermentación, el alimento está listo para comer y de mantenerse en envase cerrado se mantendrá por dos años o más.
Los agricultores de los alrededores de Vía Orgánica pueden llevar sus hojas y vainas para que sean molidas, dejando un porcentaje del forraje a la granja ecológica como pago. Vía Orgánica dará de comer el forraje a sus cabras y ovejas, e incluso en pequeñas cantidades a los cerdos y gallinas.
Según Frías, en el mundo existen alrededor de 200 especies de agave, el 75% de las especies se encuentran en México y cerca de la mitad son endémicas del país. Ha estado experimentando con diferentes especies para determinar los beneficios relativos y ha llegado a la conclusión de que la especie de agave utilizada para el pulque podría resultar potencialmente más rentable que la utilizada para el tequila.
Por ejemplo, el agave se puede usar para hacer una fibra dietaria llamada inulina y un jarabe que sirve como sustituto del azúcar, así como para gránulos que se usan en alimentos para mascotas, y todos estos usos pueden atraer inversiones privadas. Frías dijo que su sueño es establecer algún día un instituto de investigación del agave para investigar los variados usos de la planta.
Cummins está convencido de que el modelo del Proyecto de los Mil Millones de Agaves que ha estado desarrollando funcionará bien en el suroeste de los Estados Unidos, donde la sequía está ejerciendo presión sobre los sistemas de agua. Una vez que los agricultores de Estados Unidos comiencen a usar el agave como forraje para animales, dijo, «el resto del mundo realmente prestará atención».
Mientras tanto, en México, reconocen en el agave el potencial para que los agricultores ganen el dinero suficiente que les permita quedarse en sus tierras y no verse obligados a migrar al norte para mantener a sus familias. «No necesitas hacerte rico, sino poder ganarte la vida», dijo. También mencionó que este tipo de iniciativa necesita inversión privada, créditos de carbono y apoyo del gobierno para alcanzar su máximo potencial como un paso positivo abordando el cambio climático.
«No es muy difícil», dijo. «Si puedes hacer algo que reducirá la pobreza, reducirá la migración forzada, es bueno para los animales, bueno para el medio ambiente y tiene un costo muy, muy, muy bajo en comparación con todo lo demás, entonces, ¿por qué no lo habrías de hacerlo? ».