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Territorios indígenas y energía: cambio de narrativa

miércoles, agosto 11, 2021

 

¿Qué significa que una transición energética sea justa? La empresa Navajo Power está en busca de ese objetivo mediante el desarrollo de proyectos de energía solar en territorios tribales con una prolongada historia de injusticia energética. No se trata solamente de reemplazar los combustibles fósiles con energía limpia, afirma un ejecutivo de Navajo Power, sino replantear los acuerdos injustos que han permitido que empresas foráneas se queden con la mayor parte de las ganancias de la energía mientras las comunidades locales padecen sus perjudiciales impactos.

 

«Es como si exportásemos todo, incluido el dinero. El recurso, la energía y el dinero se esfumaron», dijo Brett Isaac, uno de los fundadores, y director general adjunto, de Navajo Power. «No quiero que se repita la misma narrativa con las energías renovables».

Navajo Power es una empresa de emprendimientos energéticos fundada como corporación de beneficio público. En otras palabras, se propone generar ganancias pero también marcar la diferencia. Su enfoque consiste en desarrollar proyectos de energía limpia a escala de servicio público en territorios tribales a fin de atraer beneficios y oportunidades reales que favorezcan a las comunidades locales.

Muy frecuentemente, las comunidades que sienten los mayores impactos directos de un proyecto de energía son las que menos voz tienen para darle forma, dijo Isaac en una reciente entrevista. Los acuerdos y las decisiones las toman los demás —quizá el gobierno federal, el gobierno tribal central o algún lejano banco o empresa de electricidad—, y las comunidades terminan con «los deshechos que sobraron».

​​«Adoptamos la postura según la cual, no, primero vamos a trabajar con las comunidades. Vamos a ayudarlas a imaginar el éxito», dijo Isaac que es navajo y hopi. La idea, agregó, es empoderar a las comunidades para que tengan una opinión trascendente en el desarrollo de los proyectos de energía y una participación justa en los beneficios a largo plazo.

Navajo Power, propiedad mayoritaria de nativos americanos, adoptó algunos principios básicos para ayudar a lograrlo. Por ejemplo, la empresa se compromete a reinvertir al menos el 80 por ciento de las ganancias que obtenga en cualquier proyecto nuevo y en beneficios para la comunidad. Asimismo, las comunidades en las que se construyen los proyectos se convierten en accionistas de Navajo Power. La «Acción Turquesa» integra el 10 por ciento de la empresa, de manera tal que cualquier dividendo que se distribuya beneficie a estas comunidades.

Isaac explicó que la empresa se propone utilizar el capitalismo como una «herramienta» en vez de un «arma». La propiedad parcial no solo les otorga a las comunidades una participación en el futuro de la empresa, dijo, sino que también les da a los inversores un incentivo adicional para apoyar estos proyectos, gracias al posible efecto multiplicador.

Como desarrollador, Navajo Power no construye, posee ni administra plantas de energía. Más bien, su trabajo consiste en llevar un proyecto desde la etapa conceptual hasta el punto de inicio de la construcción. Esto significa obtener terrenos, realizar estudios técnicos, conseguir permisos, identificar a las empresas de servicios públicos u otras entidades que comprarán la electricidad, negociar contratos con empresas constructoras y operadores de plantas y recaudar financiamiento, entre otros pasos.

La etapa inicial del desarrollo energético es un negocio de riesgo que comprende numerosos aspectos. Incluso los proyectos que llegan a ser construidos pueden demorar mucho en concretarse. «Un experimentado desarrollador nos dijo una vez: ‘tu proyecto tiene que morir cien veces antes de tener éxito’, y realmente he empezado a creer que es así», dijo Isaac con una sonrisa.

En los territorios indígenas, el proceso puede ser incluso más complejo de lo habitual porque hay múltiples partes interesadas y estamentos adicionales de gobierno, regulaciones, participación y consentimiento. Una buena comunicación es esencial, dijo Isaac, y en algunos casos los diferentes actores —ya sean miembros de la comunidad, financistas o representantes de empresas de energía— necesitan ayuda para entender las posiciones, necesidades y prioridades de los demás.

«Navajo Power desempeña el papel de intermediario», dijo. «Entendemos a ambos lados. Somos de ambos mundos».

Navajo Power empezó a funcionar en 2018 y en la actualidad cuenta con nueve proyectos a escala de servicio público en trámite en diferentes etapas de desarrollo, según Isaac. Tres de ellos pertenecen a la Nación Navajo. La empresa también está trabajando con la nación Tohono O’odham en el sur de Arizona, así como con pueblos indígenas en Oregon y California.

Hasta la fecha, el único emprendimiento que la empresa ha hecho público es el proyecto Painted Desert Power, una granja solar de 750 megavatios cuya construcción está planeada en el capítulo Coalmine Canyon de la Nación Navajo (la nación está compuesta por 110 entidades denominadas capítulos, o chapters en inglés).

El emplazamiento del proyecto se sitúa cerca de una importante subestación de transmisión, en una zona de minas de uranio abandonadas. Las granjas solares ocupan mucho espacio, por lo que Navajo Power evita ubicaciones que puedan resultar en usos más valiosos para la comunidad, como el turismo, la agricultura o el pastoreo de ovejas.

Para los inversores de impacto, que buscan ganancias sociales o ambientales además de ganancias financieras, Painted Desert es un emplazamiento de particular interés porque brinda la oportunidad de reutilizar tierra que ha sido dañada, según Isaac. Espera que la construcción comience el próximo año.

 

Una nación rica en energía

 

Nación Navajo

La Nación Navajo es de lejos la reserva indígena más grande de Estados Unidos en cuanto a superficie. Consta de un amplio y maravilloso territorio que abarca más de 70.000 kilómetros cuadrados en Arizona, Nuevo México y Utah. De hecho, es más grande que 10 de los 50 estados del país.

Este territorio, Diné Bikéyah o Navajoland, ofrece una gran cantidad de recursos energéticos. El sitio web oficial de la Nación Navajo incluso vincula la creación de su sistema formal de gobierno con el descubrimiento de petróleo. «En 1923, se estableció un gobierno tribal para ayudar a satisfacer los crecientes deseos de las compañías petroleras estadounidenses de arrendar Navajoland para la exploración», dice. Entre los símbolos de la bandera de la Nación Navajo se encuentra una torre de perforación de petróleo.

La economía de la tribu depende desde hace mucho tiempo no solo del petróleo y el gas, sino también de otras industrias extractivas. La extracción de uranio, que comenzó en la década de 1940 y continuó durante cuatro décadas, dejó un oscuro legado ambiental y de salud pública. A su vez, las décadas de 1960 y 1970 fueron testigos del auge de la industria del carbón. Se construyeron centrales eléctricas de carbón en la Nación Navajo y sus alrededores con el propósito de generar electricidad para millones de clientes en lejanas ciudades.

Hoy en día, las operaciones de varias minas de carbón y plantas de energía están por culminar o ya han culminado. La más grande de todas, Navajo Generating Station, cerró en 2019. Una empresa de servicios públicos de Arizona denominada Salt River Project administraba el emprendimiento, ubicado en la Nación Navajo. Se trataba de la planta eléctrica a carbón más grande del oeste de los Estados Unidos, con una capacidad de generación de 2.250 megavatios. En diciembre pasado la compañía demolió las tres chimeneas de la planta que durante 45 años se elevaron en el horizonte, cerca de Page, Arizona.

Demolición de la torres en la estación de generación Navajo – Fuente: media.srpnet.com

«La pandemia del COVID-19 todavía estaba en su apogeo y la Nación Navajo permanecía cerrada a los visitantes. Aún así, cientos de personas se congregaron para presenciar la demolición en persona», informó en su momento la revista High Country News. La mina Kayenta, que abastecía el carbón de la planta, también cerró en 2019.

A pesar de toda la energía eléctrica producida por la Navajo Generating Station y por otras plantas durante las últimas décadas, aún no se ha alcanzado la equidad energética. High Country News lo resumió de esta manera: «Muchos residentes de la Nación Navajo siguen careciendo de electricidad en sus hogares, pero durante décadas su carbón hizo que las luces de la avenida principal de Las Vegas se vieran desde el espacio».

En abril, Navajo Power organizó un foro virtual de dos días durante el cual el Presidente de la Nación Navajo, Jonathan Nez, señaló que entre el 30 y el 40 por ciento de los residentes siguen careciendo de electricidad y por lo tanto también de agua corriente.

«Reconocemos que la Nación Navajo le ha suministrado electricidad al oeste de Estados Unidos, todo el suroeste, durante muchos años, mientras mucha de nuestra propia gente no está conectada a la red. Eso va a cambiar, con su ayuda y su apoyo», afirmó Nez en la Mesa Redonda sobre Energía de Navajo Power que incluyó expertos en energía renovable y otros participantes.

La administración de Nez declaró que le dará prioridad a la energía renovable, incluida la energía solar desconectada de la red y el almacenamiento de energía en los hogares navajos que no tengan electricidad, y apoyará la transición a una cartera energética equilibrada y diversificada. En 2019, Nez y el Vicepresidente tribal Myron Lizer emitieron la Proclama Navajo Sunrise, que presenta «una nueva visión económica para el pueblo navajo a través de la sanación de la tierra, el fomento al desarrollo de la energía limpia y el aliento del liderazgo del pueblo navajo en el mercado energético».

Si bien gran parte de la atención del gobierno tribal en el último año y medio se concentró en el COVID-19, la Nación Navajo sigue comprometida con el desarrollo de las energías renovables, dijo Nez en el foro. «Hay muchas fuentes de energía limpia que se pueden aprovechar y que benefician a la gente del suroeste, pero lo más importante, al pueblo navajo», afirmó.

 

Oportunidades y desafíos

 

Brett Isaac, uno de los fundadores, y director general adjunto, de Navajo Power.

La energía renovable presenta enormes oportunidades para los pueblos indígenas en general y la Nación Navajo en particular. Un informe que el Laboratorio Nacional de Energía Renovable del Departamento de Energía de Estados Unidos preparó en 2018 evalúa el potencial de energía renovable en territorios tribales. Según el informe, la reserva Navajo se ubica en primer lugar en términos de potencial técnico de generación eléctrica a partir de energía solar y eólica.

El mercado también parece estar muy abierto. Durante la Mesa Redonda sobre Energía de Navajo Power, Uday Varadarajan, del Rocky Mountain Institute, afirmó que la transición energética podría brindar la oportunidad de que Estados Unidos agregue 420 gigavatios de energía limpia en el transcurso de los próximos 10 años. Esa cifra tiene en cuenta el crecimiento de carga proyectado, el crecimiento adicional derivado de una mayor electrificación de la industria y el transporte, el retiro de plantas de combustibles fósiles no económicas y los objetivos relacionados con el cambio climático.

Tanto el gobierno federal como muchos estados, ciudades y condados establecieron ambiciosos objetivos de descarbonización. Lo mismo hicieron numerosas empresas, incluyendo compañías eléctricas. Varadarajan señaló que las empresas de servicios públicos con metas de reducción de emisiones de carbono atienden al 71 por ciento de los clientes de todo el país.

La tendencia a alejarse del carbón en la producción de electricidad ya está en marcha, según Varadarajan. En 2005, el carbón representaba el 50 por ciento de la producción de energía eléctrica de Estados Unidos. Hoy en día, su participación se reduce al 19 por ciento. Explicó que aproximadamente dos tercios de la reducción reflejan un vuelco hacia el gas natural y un tercio a la energía eólica y solar.

Sin embargo, más allá de todas las oportunidades, una transición a las energías renovables en lugares como la Nación Navajo presenta importantes desafíos. No será fácil reemplazar los cientos de empleos del carbón altamente remunerados que están desapareciendo, tal como señalaron varios participantes de la Mesa Redonda sobre Energía.

Tómese el ejemplo del emprendimiento solar Kayenta, de 55 megavatios, que concluyó en 2019. Se trata de una iniciativa de la Autoridad de Servicios Tribales Navajo (conocida como NTUA por su acrónimo en inglés) y el Salt River Project. La electricidad generada en la planta solar abastece a clientes navajos, desplazando parte de la energía adquirida fuera de la reserva. En la Mesa Redonda sobre Energía, Derek Dyson, representante de la NTUA, destacó que el proyecto generó más de 430 puestos de empleo mientras duraron las dos fases de construcción, el 90 por ciento de los cuales benefició a ciudadanos navajos. También se impartieron miles de horas de capacitación especializada. Sin embargo, a nivel operativo, el proyecto tan sólo generó tres puestos de empleo permanentes.

Brett Isaac creció en una comunidad carbonífera de la Nación Navajo e indudablemente entiende las preocupaciones laborales. Sus dos abuelos trabajaron en una planta de carbón hasta que se jubilaron, y los padres de otros parientes y amigos trabajaron en minas de carbón o en otros segmentos de la cadena de suministro.

Hace unos años, cuando Isaac empezó a hablar de la energía renovable, un sentimiento común que escuchó fue: «ustedes nos van a quitar nuestros empleos». Su respuesta fue que, en realidad, sería la economía de mercado la que probablemente lo haría. «Estamos tratando de adelantarnos [a esta situación] y crear oportunidades para que cuando ello suceda tengamos una solución para ayudar a aliviar la carga», señaló Isaac, y agregó que la gente es cada vez más consciente de la necesidad de una economía más dinámica.

Isaac considera que la transición energética ofrece una oportunidad para que las comunidades indígenas americanas tomen un mayor control sobre su propio desarrollo y generen valor duradero. Recordó que cuando la Navajo Generating Station cerró sus puertas, «la Nación Navajo y las comunidades no se hallaban en una mejor situación que cuando esa cosa se construyó».

En el foro de energía, Carl Roessel Slater, delegado del Consejo de la Nación Navajo, argumentó que es hora de disrumpir el modelo en el que grandes corporaciones y empresas de servicios públicos, «cuyas lealtades están fundamentalmente en otra parte», impulsan el desarrollo energético. Señaló que las comunidades locales más afectadas deben estar en la mesa y debe haber más competencia y diversidad económica.

​«Necesitamos que entidades que sean propiedad del pueblo Navajo, entidades que sean propiedad de la Nación Navajo y entidades externas compitan para ofrecerle el mejor resultado posible a nuestra gente, comunidades y nación», afirmó Slater.

Más allá de cualquier fuente directa o indirecta de empleo que el sector pueda generar, Brett Isaac está convencido de que la energía renovable puede brindar a las comunidades tribales una sólida base económica. Quiere demostrarle al mercado que estos son buenos lugares para invertir. A largo plazo, quiere que la gente rechace la «carrera cuesta abajo» de los precios de la energía y que reconozca el valor de la energía limpia bien producida.

«Siempre lo comparo con el movimiento de soberanía alimentaria», dijo Isaac. «Estamos de acuerdo con pagar un poco más, sabiendo de dónde provienen nuestros alimentos, sabiendo que apoyamos a las personas que nos importan. Creo que la energía tendrá el mismo trato en cierto punto, donde querremos saber de dónde vino nuestra energía y cómo afectó a la comunidad de la cual la obtuvimos».

Panel solar de Navajo Power – Fuente: navajopowerhome.com

Electrificar a la Nación Navajo

 

Todos están de acuerdo con que todos los hogares de la Nación Navajo merecen energía eléctrica.

«Si no tienes electricidad, no puedes tener banda ancha. Si no tienes electricidad, no puedes tener agua corriente», señaló Wahleah Johns, asesor principal de la Oficina de Políticas y Programas Energéticos Indígenas del Departamento de Energía de Estados Unidos.

Johns, que es navajo, reconoció que este es un tema «cercano a mi corazón». En la Mesa Redonda sobre Energía de Navajo Power en abril, habló de la electricidad como un aspecto fundamental de la infraestructura que puede transformar un hogar. «Es algo tan hermoso de observar: el crecimiento, la creatividad, la productividad de una familia a la que antes no se le había brindado acceso a la electricidad».

Muchas familias navajo que no están conectadas a la red dependen de generadores alimentados con combustible que proporcionan unas cuantas horas de iluminación o esparcimiento diario, o pueden tener pequeñas unidades solares diseñadas para acampar, según Brett Isaac de Navajo Power. Pero no alcanza para enchufar un refrigerador, por ejemplo. Mantener alimentos fríos todavía requiere de un viaje al caserío para comprar el hielo que se utiliza en una hielera portátil.

Un estudio realizado hace unos años estimó que más de 15.000 hogares en la Nación Navajo carecen de acceso a la electricidad, dijo Isaac. Agregó que, si bien el costo de la construcción de líneas de distribución hacia cada vivienda remota puede alcanzar proporciones «absurdas», la distancia tampoco debe convertirse en una excusa para desatender el problema. «Hay soluciones para esto, con baterías y almacenamiento solar». Agregó que «si no hay una solución, debemos seguir buscando hasta que la encontremos». En la última década, Isaac mismo construyó muchos sistemas de energía solar en las viviendas de la Nación Navajo. Varias otras iniciativas han aportado algunas unidades desconectadas de la red a unos cientos de hogares.

Numerosos factores obstaculizan un avance más rápido, pero el principal es el económico, señaló Isaac: «no es rentable. Si fuera rentable, por supuesto, las empresas estarían haciendo cola para intentar hacer algo».

Su empresa acaba de iniciar un nuevo emprendimiento, Navajo Power Home, en asociación con una empresa mexicana de ideas afines llamada Iluméxico. El plan es construir sistemas residenciales desconectados de la red, pero vender la energía en lugar del equipo. Los propietarios celebrarán contratos de suministro de electricidad a largo plazo a una tarifa mensual, y la empresa se encargará del mantenimiento y las actualizaciones necesarias. Este tipo de solución es menos costosa que poner a funcionar un generador y no requiere que el propietario haga la inversión inicial, según Isaac.

El objetivo es lograr que esto sea sostenible, dijo, en lugar de contar con subsidios o subvenciones, «porque una vez que estos caducan, ¿qué hacemos?»