Noticias

Desarrollo de datos creíbles sobre la calidad del aire

jueves, septiembre 12, 2019
Una buena política está basada en buenos datos. A medida que las ciudades y los países de las Américas abordan el problema de la contaminación del aire, una preocupación creciente en materia de salud pública, confían en los sistemas de monitoreo de la calidad del aire para saber cómo les está yendo. A través de talleres copatrocinados por la Organización de los Estados Americanos (OEA), los expertos que operan dichos sistemas en toda la región están fortaleciendo su experiencia y cooperación a fin de garantizar que esos resultados sean precisos, confiables y creíbles. Ello es particularmente importante cuando la contaminación del aire llega a un punto crítico, tal como ocurrió en la Ciudad de México en mayo de este año.

 

Sucedió durante la “temporada pico del ozono”, una época del año en la que las condiciones en la Ciudad de México generalmente causan niveles elevados de contaminantes nocivos, según Olivia Rivera Hernández, Directora de la Red de Monitoreo de la Calidad del Aire de la ciudad. El ozono es una fuente «secundaria» de contaminación que se forma cuando los compuestos orgánicos volátiles y los óxidos de nitrógeno reaccionan con la luz solar. Las zonas de gran altitud son particularmente susceptibles.

Lo que ya era un problema crónico se exacerbó a mediados de mayo por los grandes incendios forestales en los estados vecinos, como consecuencia de la sequía del año pasado, y los vientos que soplaron el humo directamente en el área metropolitana, dijo Rivera Hernández en una entrevista telefónica. Los niveles resultantes de partículas finas y ozono no tuvieron precedentes en los últimos 30 años, dijo.

Las autoridades municipales, estatales y federales tomaron medidas para intentar reducir la exposición a la contaminación, especialmente entre los niños, que son más propensos a sufrir daños. Las clases de los estudiantes de primaria y secundaria se suspendieron por dos días y se tomaron recaudos para restringir el movimiento de vehículos.

Si bien las restricciones vehiculares sin duda ayudaron, gran parte del problema durante esos días tuvo que ver con el fuego y el viento, no con los vehículos. Pero la gente no siempre lo entiende y suele culpar al gobierno por no hacer nada, dijo Rivera Hernández. «Podemos controlar algunas cosas, pero no podemos controlar todo», dijo.

La Ciudad de México no es la única en padecer problemas de contaminación. En junio, en vísperas de un partido de fútbol de la Copa América en Santiago, Chile, se pidió a los residentes que se abstuvieran de realizar barbacoas durante la noche de los juegos. Esta fue una de las numerosas “medidas previas a la emergencia» para contrarrestar un día de aire malo. Según un reciente informe en la revista Nature Energy, en algunos lugares de China la contaminación del aire bloquea tanto al sol que lleva a una merma en la generación de energía solar.

Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud ha estado haciendo sonar la alarma sobre los efectos de la contaminación del aire en la salud, estimando que causa aproximadamente 7 millones de muertes por año en todo el mundo. Según la OMS, más de la mitad de todas las muertes por neumonía en niños menores de 5 años son causadas por la contaminación del aire, y la exposición temprana se asocia con un mayor riesgo de muchas enfermedades crónicas.

En este contexto, es fundamental que las ciudades de la región desarrollen sistemas de monitoreo de la calidad del aire que sean técnicamente sólidos y creíbles. Como lo expresó Rivera Hernández, la gente necesita saber que el sistema funciona y que sus resultados pueden compararse con los de Estados Unidos o Europa. «Eso le da un valor agregado a la información que nosotros estamos dando», dijo.

 

Compartir información

 

Un taller técnico que se realizó del 26 al 29 de agosto en la Ciudad de México reunió a expertos en la primera línea de monitoreo de la calidad del aire en nueve países de América Central y del Sur, para compartir conocimientos sobre cómo lograr que sus sistemas sean más robustos y precisos. Este es el segundo taller de este tipo que se lleva a cabo con el apoyo de la OEA, a través de la Alianza de Energía y Clima de las Américas (ECPA) y el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los Estados Unidos (NIST). El primero se realizó el año pasado en Costa Rica. (Véase el artículo anterior, La calidad del aire puesta a prueba)

Diferentes ciudades de la región tienen diferentes problemas de contaminación, dependiendo de su población, geografía, altitud, clima y ​​nivel de experiencia. El objetivo es desarrollar un conocimiento más amplio y profundo en toda la región sobre cómo establecer un sistema eficaz de monitoreo de la calidad del aire, dijo Rivera Hernández.

Explicó que numerosas variables forman parte del proceso de monitoreo: ¿dónde deben ubicarse las estaciones de monitoreo para cubrir las áreas más pobladas? ¿Qué metodología se está utilizando para medir los diferentes contaminantes? ¿Es válida la metodología? ¿Los resultados son comparables entre países? ¿Qué medidas se requieren para garantizar que los instrumentos funcionen correctamente y que cualquier problema se detecte rápidamente? ¿Son confiables los proveedores de equipos? ¿Se aplican técnicas óptimas de calibración? ¿Es posible reducir el margen de error? El taller en la Ciudad de México incluyó no solo presentaciones, sino también capacitación práctica con diferentes tipos de equipos.

Una posibilidad a futuro podría ser la formación continua a través de seminarios Web y visitas en las que las ciudades con más experiencia pueden servir como centros de divulgación de información técnica para otros países, dijo Rivera Hernández. Por ejemplo, dijo, San Paulo, Brasil, tiene incluso más estaciones de monitoreo de la calidad del aire que la Ciudad de México, algo que ella no sabía antes del taller del año pasado. La Ciudad de México ha estado produciendo datos confiables desde 1986, dijo, aunque sus primeros esfuerzos de monitoreo del aire se remontan a 1950.

El intercambio de información está sucediendo de manera informal desde el primer taller en Costa Rica. Los participantes de diferentes países descubrieron que enfrentaban muchos de los mismos desafíos y, en algunos casos, incluso usaban el mismo equipo. Decidieron mantenerse en contacto a través de un grupo de WhatsApp.

María Inés de Casas, Subdirectora de Operaciones de la Red de Monitoreo del Aire de la ciudad de Buenos Aires, dijo que el grupo ha demostrado ser útil para resolver problemas técnicos, como la forma de validar los métodos utilizados para medir partículas finas. En ese caso, recibió ayuda de una contraparte en Brasil que estaba usando el mismo equipo y ya había encontrado una solución.

En otro caso, expertos de varios países se unieron para interpelar a un proveedor que había dejado de distribuir piezas para un equipo que había dejado de fabricarse. De Casas trató de comunicarse con la empresa durante dos años sin resultados. Pero cuando ella y sus colegas escribieron una carta conjunta, en otras palabras, cuando se involucraron 60 u 80 piezas del equipo, no solo un puñado, lograron convencer a la empresa de que siga suministrando las piezas durante otros dos años.

Ello marca una enorme diferencia cuando los presupuestos son ajustados, tal como es el caso en toda la región, dijo de Casas. Explicó que tener que reemplazar un equipo que necesita una pequeña pieza, sencillamente puede significar no poder expandir el sistema de monitoreo ese año. «No hay dinero suficiente como para hacer las dos cosas».

Uno de los objetivos más importantes de estos talleres, dijo de Casas, ha sido asegurar que los expertos de toda la región estén hablando «el mismo idioma». En otras palabras, que una medida en particular tenga el mismo valor objetivo entre un país y el otro. En la ciencia de la medición, o metrología, esa propiedad se denomina «trazabilidad». Los expertos utilizan diferentes materiales y técnicas de calibración para garantizar que todos midan en función de los mismos puntos de referencia.

Si bien esto puede sonar meramente técnico, apunta directamente a la política, dijo de Casas. «Si el diagnóstico es certero, probablemente las políticas que traiga aparejada, sean más correctas», dijo. «Si yo aplico una política para reducir, por ejemplo, el monóxido de carbono, y no tengo una fuente de diagnóstico certera, yo no voy a saber si las políticas que aplico realmente están siendo efectivas».

Fue un punto repetido por Tiberio Benavides, otro participante del taller del año pasado, que coordina el Laboratorio de Calidad del Aire en el campus de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín. Los buenos datos, dijo, permitirán a los gobiernos implementar medidas sobre asuntos tales como estándares de gasolina, emisiones de vehículos, patrones de tráfico y transporte público.

«Es muy importante hacer bien la medición para poder hacer política de calidad de aire para la ciudad y mejorar el aire que todos respiran», dijo. «Al final, lo que se persigue es informar a la comunidad sobre cómo está su calidad del aire”.