De hecho, la única planta de energía geotérmica del estado, Puna Geothermal Venture (PGV), ha estado cerrada durante más de tres meses ya que la lava del volcán Kilauea comenzó a infiltrarse en algunas de las cabezas de pozo. El futuro de la central eléctrica de 38 MW de capacidad sigue siendo incierto, al igual que la evolución de la actividad volcánica en curso.
«No sabemos qué es lo que va a pasar», afirmó el Dr. Donald Thomas, geoquímico y Director del Centro para el Estudio de Volcanes Activos de Hilo de la Universidad de Hawaii. «En este momento estamos en terreno desconocido».
Los científicos afirman que los flujos de lava pueden durar días, meses o incluso años. Sin embargo, el 5 de agosto, el Observatorio Volcánico de Hawaii informó que se redujeron los terremotos en la cumbre del Kilauea y que no hubo movimiento alguno en el canal por el que la lava había estado fluyendo desde la fisura más activa. Esas son «señales contundentes que indican que esta fase de la erupción puede estar llegando a su fin», explicó Thomas, aunque advirtió que los flujos de lava podrían «aparecer en otro lugar o reanudarse en unos pocos días».
Los volcanes y las erupciones volcánicas pueden verse muy diferentes entre sí. En Guatemala, por ejemplo, el Volcán de Fuego entró en erupción de manera explosiva el 3 de junio y envolvió al pueblo de San Miguel Los Lotes en una corriente de cenizas calientes y gases de rápido movimiento conocida como flujo piroclástico. Más de 160 víctimas de esa tragedia han sido identificadas hasta ahora, según el Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala (INACIF), y más de 260 personas siguen desaparecidas.
En cambio, la actividad eruptiva más reciente en la isla de Hawaii, la Isla Grande, como comúnmente se la denomina, se ha desarrollado en una especie de cámara lenta. Comenzó el 3 de mayo, cuando el magma se filtró en una parte del volcán conocida como Zona del Rift del Bajo Este y salió a la superficie en forma de lava, fluyendo hacia una subdivisión conocida como Leilani Estates. Hasta ahora, el flujo de lava ha destruido más de 700 viviendas, desplazando a miles de residentes e incluso extendiendo la superficie territorial de la isla a medida que la lava caliente llega al mar.
En una entrevista telefónica, Thomas explicó que esta no es una nueva erupción del Kilauea, sino una nueva fase de la actividad volcánica que ha estado ocurriendo en forma continua desde 1983 e intermitente durante cientos de miles de años. Aún así, agregó, «esta no es una situación habitual. Nos encontramos ante un evento anormalmente grande».
El Centro para el Estudio de los Volcanes Activos que dirige Thomas no está directamente involucrado en el estudio de la erupción del Kilauea sino que capacita a científicos y técnicos de países en desarrollo en el monitoreo de sistemas volcánicos. Sin embargo, Thomas ha seguido de cerca los últimos acontecimientos. En cierto sentido, ha estado estudiando el Kilauea desde la década de 1970, cuando realizó su tesis sobre los gases volcánicos de éste. Terminó realizando investigación geotérmica y exploración en el Kilauea por unos 25 años, registrando la química de los fluidos geotérmicos del volcán.
En la década de 1970, investigadores de la Universidad de Hawaii que trabajaban en una zona aledaña al lugar de la actividad volcánica actual realizaron una perforación que se conectó con un pozo extremadamente caliente. Esto llevó a la construcción de una pequeña planta de energía, construida en gran parte con fondos federales, que funcionó durante la mayor parte de la década de 1980 utilizando los gases y fluidos calientes del volcán para alimentar una turbina y generar electricidad. La planta de 3,5 MW se diseñó con fines de investigación y siempre con una corta vida útil, afirmó Thomas.
El éxito de la universidad atrajo el interés del sector privado por el potencial geotérmico de la zona, y unos años después de que concluyera el proyecto demostrativo comenzó a funcionar la planta de energía hoy conocida como Puna Geothermal Venture. La planta ha cambiado de dueño varias veces a lo largo de los años. El propietario actual es Ormat Technologies, Inc., con sede en Nevada. La compañía ha participado en varios emprendimientos geotérmicos en América Latina, incluyendo Chile, Costa Rica, Honduras, Guatemala y Nicaragua, según su sitio web.
Según Thomas, desde un principio quedó claro que esta zona del distrito inferior de Puna era susceptible a los flujos de lava. «Esto no era una sorpresa para mí ni para nadie que haya estado involucrado en geotermia desde los primeros días», afirmó acerca de la actividad volcánica actual. «Esto estaba muy presente en nuestras mentes durante el debate sobre la ubicación de la planta demostrativa de energía. Sabíamos que se trataba de una zona activa de grietas. Existía el riesgo de que una erupción afectara a una planta de energía».
Según Thomas, tanto la planta demostrativa como la planta comercial que finalmente se construyó se diseñaron teniendo en cuenta la mitigación. En el caso de la planta comercial, esto incluía colocar la planta de energía a una elevación más alta que los pozos y construir estructuras de protección para que las cabezas de pozo y las válvulas pudieran estar separadas del equipo de superficie y ser confinadas en caso de una erupción. «La idea era que después de que se enfriara el flujo, se pudiera reingresar, excavar y rehabilitar el pozo», afirmó Thomas.
En junio, Ormat Technologies informó a sus accionistas que la compañía aún no podía estimar «cuándo se detendrá el flujo de lava ni cuándo se podrán evaluar todos los daños», señalando que el valor contable neto de la propiedad, la planta y el equipo de Puna gira en torno a los US$109 millones. En su informe a los accionistas, Ormat también señaló que su planta de energía en Amatitlán, Guatemala, se encuentra cerca de un volcán activo. «Como resultado de los recientes eventos que afectaron a nuestras instalaciones en Puna», afirmó la compañía, «no podemos estar seguros de cómo los inversores evaluarán los riesgos a los que están sujetas nuestras instalaciones ni si esta evaluación tendrá un impacto adverso en nuestra empresa y en el valor de nuestras acciones.»
El desarrollo de un proyecto geotérmico involucra todo tipo de riesgos, afirmó Thomas. En primer lugar, existe un riesgo de recursos: ¿se hallará energía geotérmica que pueda desarrollarse de manera rentable? Asimismo, el riesgo involucra una posibilidad de peligro: «Usted realiza la prospección geológica en el lugar para comprender cuál es la posibilidad de peligro a fin de poder mitigarlo o tomar una decisión sobre si ese riesgo es algo que su modelo de desarrollo puede tolerar». En algunos lugares, afirmó, los temas regulatorios y políticos complican aún más la ecuación: «¿La comunidad va a aceptar ese recurso?»
Thomas opina que es concebible que Puna Geothermal Ventures pueda volver a abrir sus puertas algún día, cuando la lava deje de fluir. Una situación similar ocurrió hace muchos años en una instalación geotérmica en Islandia, afirmó, y finalmente la planta pudo reabrir sus pozos y continuar produciendo electricidad. Mientras tanto, dijo, los geólogos continúan evaluando otras oportunidades geotérmicas en todo el estado.
Sin embargo, por ahora Hawaii carece de energía geotérmica, la cual representa cerca de un cuarto del suministro eléctrico de la Isla Grande, y más de la mitad de su generación de energía renovable, según la Comisión de Servicios Públicos del Estado de Hawaii (PUC). Esta informó que, en respuesta al cierre de la planta, las compañías de electricidad que abastecen a la isla ampliarían y acelerarían el desarrollo de nuevos proyectos de energía renovable, agilizarían las interconexiones de los techos solares y de almacenamiento y acelerarían los programas de eficiencia energética.
En un comunicado realizado en junio, la PUC afirmó que «En el corto plazo, la electricidad que antes era suministrada por PGV se generará principalmente mediante el uso de combustibles fósiles, aumentando la contaminación del aire e incrementando los precios de la electricidad para los clientes».
Según Thomas, las tarifas eléctricas ya son desproporcionadamente altas en Hawaii visto que alcanzan cerca de cuatro veces el promedio nacional de los Estados Unidos. Considera que es «una locura» seguir importando petróleo para generar energía, tanto por los efectos con respecto al cambio climático como por las implicaciones económicas de continuar enviando dinero fuera del estado, tratándose este de un lugar que con alto costo de vida y escasez de empleo.
Si la prensa local sirve de barómetro, la geotermia tiene su cuota de detractores. Sin embargo, afirmó Thomas, la energía geotérmica representa la única fuente de energía renovable de base económicamente viable en Hawaii, un estado que ha asumido el compromiso político de depender exclusivamente de fuentes renovables para el año 2045.
«Es muy fácil asumir estos compromisos, pero nadie parece querer detenerse a analizar detalladamente cuál es el significado de este objetivo y qué hay que hacer para lograrlo», afirmó.